Un episodio bélico

Curiosón que es uno, me he metido a tratar de entender cómo una operación policial en Río de Janeiro puede saldarse con ciento cincuenta civiles y cuatro policías muertos aunque mi experiencia como visitante de esta cuidad me impide caer en una gran sorpresa. Río de Janeiro es una de esas ciudades que dejan huella y que te fascinan y te estremecen al mismo tiempo comunicándote emociones encontradas que fluctúan entre el placer y el miedo. Esa curiosidad que debe caracterizarnos a los periodistas incluso más que una ilustración general que nos procure un fondo cultural razonable, me ha conducido a enterarme de que la matriz primera de este terrorífico operativo en el que han intervenido casi tres mil agentes de la Policía Federal lo constituye una organización creada en una de las truculentas cárceles brasileñas a principios de la década de los 70 llamada hoy Comando Vermelho –el nombre se debe al color de la sangre ni más ni menos- que se ha convertido en dueña y señora del universo delictivo no solo en la ciudad de Río donde controlan la mayor parte del tráfico de estupefacientes y otras actividades criminales operando desde las favelas e incluso desde los propios centros de reclusión, sino a varios otros estados especialmente los del norte. Lo que más me ha llamado la atención de estas noticias de los periódicos -que han publicado incluso abundante material fotográfico de las interminables filas de cadáveres tendidos en el suelo para ser identificados por familiares- es la reacción del presidente de la República, un controvertido personaje que ya ha pasado él mismo por la experiencia de estar entre rejas. Lula da Silva se manifestaba conmocionado por el resultado de esta operación policial que ha acabado resolviéndose como un episodio de auténtica guerra, con una tremenda escabechina a la que hay que añadir, heridos, detenidos, alijos incautados, depósitos de armamento suficiente para tomar la ciudad, automóviles de combate y, en definitiva, elementos todos dignos de un episodio bélico de grandes proporciones. O al primer ministro de Brasil le han ocultado el alcance del episodio y sus planes previos o Lula ha adoptado una posición compungida para librarse de los efectos de un escenario tan dantesco como éste y la trascendente influencia del crimen organizado en la realidad doméstica de su país.