El día de los abuelos

Como quiera que cualquier persona, argumento, colectivo o sensación tiene ya su día, el de los abuelos también tenía que representarse en ese particular santuario. Lo fue ayer día 26 de julio, tomando como referencia el testimonio reflejado en la liturgia cristiana que dignifica las paternales figuras de San Joaquín y de Santa Ana, padres de la Virgen María y abuelos por tanto de Jesús, si bien la ONU ha preferido señalar el 1 de octubre como día de las personas de edad sin otras vinculaciones. Va en gustos pero la intención es lo que vale.

Cabe decir al respecto que los abuelos hemos tenido una cierta impresión de que poco se nos tenía en cuenta hasta que esta designación nos ha colocado en una posición algo más ilustrada. Nosotros los mayores solemos padecer esa tenue impresión de que estamos ya de sobra y de que el mundo circula por caminos divergentes a los propios muy anclados en tiempos pretéritos y muy diferentes de los actuales. Los mayores estamos cortos de conocimientos en materias como las nuevas tecnologías, y si bien es posible que sepamos una enormidad de Galdós y Valle Inclán y que conozcamos mejor y muy al pormenor el Siglo de las Luces, lo cierto es que todo eso importa una figa para aplicarlo y convertirlo en material útil para usarlo en la pelea diaria.

Los tiempos han cambiado radicalmente y dibujan otro mundo muy distinto del que a nosotros nos sirvió, pero me congratula saber que la sociedad reconoce finalmente un hecho capital en el paisaje social en el que estamos. El papel de relevancia que los abuelos desempeñan en la formación y desarrollo de la infancia. Con frecuencia se suele afirmar que los viejos, a medida que nos vamos haciendo más viejos, adquirimos características que parecen propias de la primera edad, y quizá en esta vuelta atrás se concentre la razón por la que el diálogo entre nietos y abuelos se vuelve habitualmente fluido, cariñoso y pleno de complicidad.

Y si no es de esta manera, a los mayores nos hace ilusión suponerlo y nos convence de que no estamos de más. Los estudios recientes dicen que el 35% de los mayores de 65 años cuida en España de sus nietos al menos un par de días a la semana, una cifra muy superior a la de otros países de la UE que no llegan a la mitad. Me alegra saberlo. A mí, afortunadamente, me pasa.