Colón, el judío errante

Colón no era finalmente Pedro Madruga y los análisis de ADN apuntan a lo que ya decían el pasado siglo mis libros de texto de EGB: que el Almirante ocultaba su origen probablemente por ser judío o judioconverso. Por tanto, no era Madruga y habrá que archivar el expediente, aunque es cierto que había muchas pruebas, realmente sólidas, que pese a lo inverosímil del cambio de identidad apuntaban en esa dirección. Pero no es así y los desvelos de vigués Alfonso Philippot y sus tres décadas de investigaciones y convencimiento, un esfuerzo que merecía el éxito póstumo, no fueron recompensados con la bendición de la ciencia. Tampoco era mallorquín o portugués, y desde luego, no fue genovés, aunque dudo mucho de que los italianos vayan a cambiar la historia o hacer caso al estudio genético por muy sustentado que esté en el resultado de una larga investigación, la búsqueda de huesos y el estudio por tres laboratorios independientes que coinciden en sus resultados. Quizá los únicos que pueden estar molestos son los que sustentan la teoría de su nacimiento en Poio, por la sencilla razón de que en los restos desenterrados en la zona no había suficiente material para cotejar con el ADN de Colón y el de su hijo. En estas condiciones, queda todavía abierta dicha posibilidad, aunque está claro que la teoría gallega ha perdido mucho fuelle. Si era de origen judío, la pirueta ya exige dos saltos mortales: que hubiera nacido en Poio y además de una familia sefardita, que las había a finales del siglo XV en Ribadavia o Tui, pero a esas alturas constituían apenas un pequeño grupo.

Queda por publicar el informe científico para que los expertos puedan ver los datos crudos y sacar conclusiones. Hasta entonces Roma locuta, causa finita.