Un guardés recoge la historia en imágenes de la villa marinera
Emilio Baz lleva capturando con su cámara desde adolescente los principales actos de A Guarda, pintando e ilustrando libros
La luz y el juego con el espacio le han acompañado desde siempre. A los 13 años ya se recuerdan con su cámara de fotos o pintando, una pasión que Emilio Baz no ha abandonado y que le han convertido en un “cronista” de la vida y las gentes de A Guarda.
Esta afición le han permitido recoger momentos tan especiales como las alfombras del Corpus en la villa, que durante esta jornada cubre las calles de alfombras efímeras que él recoge y comparte con sus vecinos.
“La verdad es que tengo poco tiempo -se excusa- para dedicarme a la fotografía, pero me gusta captar imágenes en las que aparezcan personas, es lo que más me interesa”, asegura en un descanso mientras organiza las fotos que está repartiendo entre amigos y conocidos.
Y es que como reconoce “siempre que hay algún acto, un concierto o algo importante para A Guarda, cojo la cámara y ahí estoy”, fuera de su villa “no suelo ir, no tengo más tiempo”. Eso sí, siempre que hay un temporal, logra encontrar un hueco para escaparse hasta el puerto y captar la fuerza de un mar embravecido que ha dado seña de identidad a las gentes de estas tierras.
La pintura también le acompaña desde niño y no la abandonó durante sus años embarcado ni ahora, que regenta una de las pescaderías de la plaza de abastos y que apenas le dejan tiempo para dedicarse a los pinceles y la creación.
Por el momento, ya ha participado en varias exposiciones y recuerda todavía con cariño su primer premio, un concurso para dibujar el cartel de las fiestas de San Telmo que ganó siendo un niño con un dibujo de la catedral de Tui.
Ahora también se embarcó en la ilustración de libros. El primero fue “Olivia” y recientemente “El barco de papel”, del escritor guardés Francisco Álvarez Koki, editado en inglés, castellano y gallego. Desde hace algún tiempo, los pinceles los ha cambiado por una tableta gráfica que “me regalaron mi hijo. Al principio pensé que sería incapaz de dibujar nada, pero con la ayuda de mi hijo, comencé a hacer las ilustraciones y salió adelante el proyecto del último libro”.
En total fueron 25 ilustraciones en las que recrea la historia de unos niños guardeses que a bordo de un barco de papel cruzan el Atlántico hasta Nueva York. “Ha sido un trabajo muy intenso e interesante, pese al desafío que era trabajar por primera vez con la tableta gráfica. Te metes en la historia y la vas describiendo con tus ilustraciones. Realmente es algo muy especial con lo que disfrutas”.
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