A Guarda honró a Santa Tecla con cientos de romeros
Por vez primera no hubo Ofrenda “oficial” por un malentendido entre la administración religiosa y la civil
Centenares de romeros acudieron ayer, festivo local en A Guarda, a la cima del monte de Santa Trega para celebrar a su patrona en un encuentro eminentemente religioso, pero que conlleva, también, la reunión familiar con comida campestre y alguna gaita sonando por los alrededores.
La ermita, bajo la advocación de la primera mártir cristiana, acogió misas a las 9 y a las 10 de la mañana, siendo la solemne, concelebrada por seis sacerdotes, a las 11:30, presidida por la primera autoridad local, Roberto Carrero, con la asistencia de concejales del grupo de gobierno y de la Marina. Previamente, grupos de orantes, formados espontáneamente, recorrieron el Vía Crucis Monumental, obra del valenciano Julio Vicent y Mengual, con cruces de canteros locales.
La ermita resultó, como cada año, incapaz de acoger a todos los fieles que también ocuparon el frontal de la misma, entre la entrada y el cruceiro de San Francisco. En el interior, a los pies de Santa Tecla, dos cajones se llenaban de exvotos de cera; cabezas, pies, corazones, pechos y otras partes del cuerpo, ofrecidos por dolientes o familiares, buscando la sanación por intercesión de la Santa, fallecida en Seleucia, tras sufrir martirio en Iconio de Licaonia (Armenia, Asia Menor). Por vez primera no hubo Ofrenda “oficial” por un malentendido entre la administración religiosa y la civil, aún así el párroco y principal celebrante, invitó a los fieles a hacer una ofrenda personal, acogida con satisfacción por los presentes que, antes del inicio de la Misa y después de la celebración, pasaron estampas y pañuelos por el manto de Santa Tecla.
Concluida la celebración religiosa, salió la procesión que, siguiendo el itinerario propuesto hace un año, fue en sentido contrario al que era habitual, por la carretera que circunvala el Pico de San Francisco, deteniéndose en las aras del Púlpito, antes de finalizar de nuevo en la ermita, recuperando una pasada tradición, ya olvidada. Además de la imagen de Santa Tecla, detrás, procesionaba la reliquia llegada de Tarragona y portada en esta ocasión por el sacerdote guardés, Santiago Villa, y a continuación los clérigos y autoridades. Y cerraba el acto procesional, en el que participaron fieles ataviadas con el traje regional, el Grupo de Gaitas de la Tercera Edad.
La ceremonia religiosa concluyó dándose a besar el relicario de plata con una “astilla” de uno de los brazos de Santa Tecla, depositada en el santuario en 1951.
Y tras los oficios religiosos, en el lugar conocido como “O Púlpito”, tuvo lugar la puja de objetos y viandas ofrecidos por los fieles: pescados, productos del campo, tartas caseras, objetos de adorno como bordados o ganchillo, sorteándose también la Monumental Tarta que esconde en su interior una sorpresa.
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