Armenia y Azerbaiyán abren un nuevo frente para Moscú
El conflicto que enfrenta a las antiguas repúblicas soviéticas llega en el peor momento para Putin
La reanudación de ataques en la frontera entre Armenia y Azerbaiyán hacían temer ayer el estallido de una segunda guerra en el espacio de la antigua Unión Soviética, unas hostilidades que llegan en el peor momento para Rusia, que intenta mediar, pero que ahora está inmersa en la campaña bélica en Ucrania. El choque armado entre los dos países estalló poco después de la medianoche del martes en diferentes puntos de la frontera común con el uso de armas de diferente calibre, incluido morteros, y drones.
Un alto el fuego facilitado por Rusia no se ha cumplido hasta ahora, aunque hay una reducción importante en la intensidad de los bombardeos, según Armenia. Armenia y Azerbaiyán, enfrentados desde la década de 1980 por Nagorno Karabaj -reconocido internacionalmente como territorio azerbaiyano pero poblado por armenios étnicos- se acusan mutuamente de los ataques fronterizos, que se repiten esporádicamente.
Sin embargo, el de ahora es el más grave no sólo desde el fin de la guerra de 44 días de otoño de 2020 por el control del enclave separatista, en la que Azerbaiyán derrotó a Armenia, sino también en la frontera común. Los dos países nunca han delimitado la frontera al enzarzarse en el conflicto karabají antes de la desintegración de la URSS.
ASISTENCIA MILITAR DE MOSCÚ
El primer ministro armenio, Nikol Pashinián, pidió inmediatamente la activación del Tratado de Amistad, Cooperación y Asistencia Mutua firmado entre Ereván y Moscú en 1997 y que incluye la posibilidad de asistencia militar por parte de Rusia. Rusia tiene desde mediados de los años 1990 una base militar en la ciudad armenia de Giumri, en el noreste.
Durante la última guerra en Nagorno Karabaj, cuyo alto el fuego también facilitó Rusia, las autoridades armenias no pudieron recurrir al Kremlin, porque los combates se desarrollaron en territorio internacionalmente reconocido como azerbaiyano.
Pashinián también pidió ayuda a la alianza militar postsoviética liderada por Rusia, la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), que intervino en enero pasado con tropas de pacificación en Kazajistán, y al Consejo de Seguridad de la ONU.
Rusia, lejos de hablar de una posible intervención militar, recalcó que el conflicto entre las dos partes debe ser resuelto “exclusivamente a través de medios políticos y diplomáticos”. Además sostuvo que las cuestiones fronterizas deben ser abordadas en el marco de la comisión bilateral con la asistencia de Moscú.
La OTSC, que agrupa seis antiguas repúblicas soviéticas (Rusia, Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán) dijo a su vez que había activado “los mecanismos para el arreglo de la situación”, sin revelar más detalles. No obstante, insistió en que es “inaceptable” el uso de la fuerza.
Francia anunció entretanto que llevará el enfrentamiento al Consejo de Seguridad de la ONU, donde ejerce ahora la presidencia. Para Europa y sobre todo Rusia un nuevo frente en el Cáucaso Sur sería el peor momento debido a su guerra en Ucrania.
Las victorias de Ucrania hacen temer una movilización en Rusia
A Vladimir Putin se le acumulan los problemas. El repliegue de las tropas rusas de la región ucraniana de Járkov, que limita con el Donbás, abre una nueva fase de la guerra en la que el Ejército ucraniano toma las riendas de las acciones militares tanto en el este como en el sur del país y hace pensar a algunos en Rusia en una posible movilización.
“El movimiento de nuestras tropas continúa”, afirmó el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. La viceministra de Defensa ucraniana, Hanna Malyar, aseguró por su parte que durante la contraofensiva habían sido liberadas “más de 300 localidades” en la región de Járkov.
En su retirada de la región de Járkov el Ejército ruso dejó los territorios sembrados de minas y cadáveres, según el Estado Mayor General ucraniano. Por eso en Rusia cunde el nerviosismo. “Una operación militar puede ser detenida en cualquier momento. La guerra no se puede detener, termina con la victoria o con la derrota”, declaró ayer el líder de los comunistas rusos, Guennadi Ziugánov. Por ello, defendió que “una movilización total del país”.
Esa opinión es compartida por muchos expertos y blogueros militares rusos: el líder chechén, Ramzán Kadírov, criticó los errores cometidos en el campo de batalla y se mostró dispuesto a enviar a 10.000 hombres al frente. Los prorrusos destacaron que las fuerzas ucranianas en Járkov eran ocho veces mayores que las rusas. Según la prensa, Putin considera que la mayoría de los rusos no está dispuesta a enviar a sus hijos a combatir en Ucrania.
Contenido patrocinado
También te puede interesar