El espíritu vikingo invade Catoira en su fiesta más emblemática
verano
Cada primer domingo de agosto los habitantes de Catoira escenifican con un singular espectáculo las invasiones vikingas sufridas hace mil años, batallas que siempre terminan bien y que culminan con una deliciosa comida y verbena.
Altos, rubios y fuertes, así es la imagen tradicional de estos hábiles navegantes y además magníficos artesanos, aunque en la animada contienda celebrada ayer entre los lugareños y los bárbaros, en la que el vino reemplaza a la sangre, había humanos con morenos típicos de agosto portando cascos. Y, cómo no, gritos salvajesy unos remeros que en el popular desembarco demostraron ser más habilidosos que otros de sus colegas.
En tierra, legiones de mujeres y hombres, armados con martillos de madera, espadas, cuchillos, así como hachas y grandes escudos. En la pugna, se enzarzaron unos con otros, todo ello con mucha comicidad, sudorosos, entre el fango y el agua sucia, y sin hacerse daño, por supuesto. Ellos han lucido rudos y aguerridos; ellas, fieras y con trenzas.
Tras la lucha, y bien llevados, todos los que así lo quisieron, pudieron disfrutar de una comida campestre de las de confraternidad, amenizada con el sonido de las típicas gaitas y con productos de la tierra, tales como pulpo, sardinas asadas, churrasco y empanadas.
Miles de personas asisitieron ayer a la escenificación del desembarco de las hordas vikingas en las Torres del Oeste, cita con la que cada año se recuerdan las incursiones de los normandos en la ansiada Galicia.
La cita rememora las invasiones de las huestes de Thor durante el siglo X, cuando los vikingos en efecto pretendieron introducirse en tierras gallegas a través de la ría de Arousa. Este ritual se celebró por vez primera en 1960, cuando el Ateneo do Ullán, formado por un grupo de intelectuales de la comarca, decidió conmemorar el desembarco del rey Ulfo. Después, la organización pasó a manos de los trabajadores de una empresa de cerámica de Catoira, hasta que en 1988 se logró la declaración de Interés Turístico Nacional. Desde entonces es el propio Concello el que organiza tal exhibición, que en 2002 alcanzó la denominación de "Interés Turístico Internacional".n
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