Las demoliciones de la estación cambian el paisaje de Ourense

El retraso en la la licitación ya ha convertido la intermodal en la más atrasada de Galicia

Los depósitos, con una capacidad de 400 metros cúbicos cada uno, almacenaban, hace setenta años, agua bombeada desde el Miño.
Los depósitos, con una capacidad de 400 metros cúbicos cada uno, almacenaban, hace setenta años, agua bombeada desde el Miño. | Miguel Ángel

Las obras de la estación intermodal de Ourense, que comenzaron el pasado otoño han cumplido nueve meses, consumidos en la fase de demolición de elementos como naves, almacenes y ahora, los dos depósitos de agua situados en la Avenida de Marín, vestigio de la corta etapa del vapor que vivió la estación de Ourense Empalme. La principal complejidad de las obras, que acomete la unión temporal de empresas liderada por Copasa, reside en compatibilizar estos trabajos y los que vendrán hasta entrada la próxima década, con el uso ininterrumpido tanto de la terminal de viajeros como de las infraestructuras ferroviarias de una estación que da servicio a cinco líneas.

El lento proceso de tramitación llevado a cabo por Adif es la principal causa de un retraso que pone a Ourense en la cola de las intermodales gallegas. En septiembre de 2024 se hicieron visibles las primeras actuaciones sobre el terreno con el desbroce en la zona de vías de mercancías y el comienzo del montaje de las instalaciones provisionales para oficinas y demás servicios de la construcción. Dos meses después, comenzó la fase de demolición de almacenes y naves en la cabecera norte a la que han seguido actuaciones a un ritmo bastante pausado que han llevado ahora al desmontaje de los dos grandes depósitos de agua, de cuatrocientos metros cúbicos de capacidad cada uno de ellos, tanto para abastecer las locomotoras de vapor como para el resto de las actividades propias de la estación.

Pero las demoliciones no han hecho más que empezar y todavía no han llegado las que pondrán a prueba el ingenio de las empresas constructoras para poder compatibilizar dichas actuaciones con la actividad cotidiana en la estación. Las más relevantes serán la demolición parcial de la cubierta del edificio principal, las marquesinas de los andenes, así como todo el equipamiento y señalética y los compartimentos y demás elementos de la planta baja, lo que obligará a crear espacios provisionales mientras se produce dicha demolición y posterior renovación. Las demoliciones también afectarán a la plaza de la estación en prácticamente todos sus elementos, incluyendo los casetones de los ascensores de acceso al estacionamiento subterráneo.

En paralelo se irán desarrollando las principales construcciones, pasarelas de comunicación entre andenes, el vestíbulo principal, una marquesina hacia la plaza de la estación y la gran losa que intercomunicará los dos barrios de A Ponte actualmente separados por la playa de vías, junto con la pasarela peatonal.

La otra actuación que habrá de realizarse simultáneamente y compatibilizándolo con la circulación ferroviaria es la reorganización de la playa de vías y todas las instalaciones técnicas, entre ellas un cambiador de anchos en la salida hacia Santiago para evitar que los trenes que sigan hacia Vigo y Santiago tengan que hacer parada en el cambiador de Taboadela.

El final de dos iconos de la era del vapor en la ciudad gallega

Aunque el proyecto constructivo que se sigue en la intermodal recicla en parte la vieja estación de Ourense Empalme, a diferencia del que había planteado Norman Foster en 2011 que diseñaba una estación totalmente nueva, poco quedará de la identidad primigenia. Su proyecto había sido firmado por el ingeniero José Luis Tovar Bisbal. La coherencia arquitectónica con el paisaje fue uno de los rasgos característicos de esta línea, la primera que se hizo en España sin pasos a nivel. “Los depósitos de agua que ahora se retiran son señas de identidad de la ingeniería ferroviaria, como las grúas de agua con las que se abastecía a las locomotoras de vapor y otros elementos que han ido sucumbiendo por falta de interés para su preservación”, señala Carlos Tavares, presidente de la Asociación Nova Vía para la preservación del patrimonio ferroviario en Ourense.

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