Madrid y Rabat entran en la mayor crisis diplomática desde el año 2002

La embajadora marroquí amenaza a España con más llegadas: "Hay actos con consecuencias y se tienen que asumir"

Agencias

Publicado: 19 may 2021 - 03:27

Un grupo de jóvenes golpea el coche en el que se trasladaba ayer Pedro Sánchez tras llegar a Ceuta.
Un grupo de jóvenes golpea el coche en el que se trasladaba ayer Pedro Sánchez tras llegar a Ceuta.

España y Marruecos afrontan ya la mayor crisis diplomática en los últimos veinte años, con la llamada a consultas por parte de Rabat de su embajadora en Madrid, Karima Benyaich, tras la entrada en Ceuta de casi 8.000 emigrantes irregulares llegados desde Marruecos en poco más de 24 horas. Antes de recibir la orden de Rabat, Benyaich había sido llamada a la sede del ministerio de Exteriores en Madrid, donde la ministra Arancha González-Laya le expresó su "rechazo" y "disgusto" por la entrada masiva de migrantes a Ceuta y le recordó que el control de fronteras "ha sido y debe seguir siendo" una cuestión de corresponsabilidad entre los dos países.

La oleada migratoria se produce en medio del descontento y enfado marroquí por la entrada y hospitalización en España del secretario general del Frente Polisario, Brahim Ghali, ingresado por coronavirus desde hace semanas en un hospital de Logroño. El malestar de Marruecos fue "in crescendo" ante las "razones humanitarias" invocadas por España para aceptar la presencia de Ghali: primero fue una convocatoria del embajador y luego dos comunicados duros con España, el último de ellos el 8 de mayo advirtiendo a Madrid de que no debía "minimizar" las consecuencias de haber acogido a Ghali.

El ministro de Exteriores Naser Burita recordó a España que las relaciones bilaterales no pueden ser "a la carta", óptimas en ámbitos como la emigración y el terrorismo y opacas en lo referente al tema del Sáhara. "¿Quiere España sacrificar su relación con Marruecos por el caso Ghali", se preguntó en su comunicado Burita.

Claras amenazas

La embajadora de Marruecos en España, Karima Benyaich, aseguró ayer poc ante sde su entrevista en Exteriores que en las relaciones entre países hay actos que tienen consecuencias, "y se tienen que asumir", en velada referencia a la decisión de España de prestar atención médica al líder del Frente Polisario, Brahim Ghali.

Antes de acudir a la convocatoria realizada por la ministra de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, Arancha González Laya, la embajadora de Marruecos insistió en que hay "actitudes que no se pueden aceptar". Según Benyaich, las relaciones entre países vecinos y amigos se tienen que basar en "la confianza mutua, que se tiene que trabajar y nutrir".

Firmeza y seguridad

De esas amenazas hablo precisamente el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez en su visita ayer a Ceuta y Melilla, donde puso voz al malestar por la actitud de Marruecos y reconoció que es una situación grave para España y para Europa y que se actuará contra ella con todos los medios que sean necesarios. "Seremos firmes para garantizar su seguridad ante cualquier desafío y bajo cualquier circunstancia", manifestó en Moncloa, en referencia a las fronteras españolas y a los ciudadanos que viven en las ciudades autónomas.

Antes de su visita, desde Moncloa, Sánchez apelaba a Marruecos a seguir manteniendo la colaboración, pero ante su actitud, exigía respeto a las fronteras al tiempo que insistía en que garantiza la integridad territorial y la seguridad y tranquilidad de todos los ciudadanos "cualesquiera que sean las condiciones necesarias para ello y con todos los medios disponibles", según dijo.

Abucheos y gritos contra Sánchez

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, fue recibido con abucheos de varios grupos de personas a su llegada a Ceuta y Melilla. En Ceuta los abucheos se produjeron a la salida del helipuerto de la ciudad, pocos minutos después de llegar, cuando un grupo de personas concentradas en el exterior increparon a la comitiva de vehículos, profirieron insultos contra el presidente y alcanzando incluso uno de los coches.

En Melilla, donde llegó con mucvho retraso, se produjo división de opiniones entre las cerca de 400 personas que le esperaban frente al Palacio de la Asamblea, donde se reunió con el presidente de Melilla, Eduardo de Castro. A su bajada del coche muchos de los presentes le acogieron con pitos y abucheos, mientras otros le dieron la bienvenida y apoyo.

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