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Madrid está desde ayer en fase “crítica” en materia de seguridad debido a la cumbre de la OTAN que se celebrará el miércoles 29 y el jueves 30 con la asistencia de 40 líderes internacionales y 5.000 asistentes que van a estar protegidos por 10.000 agentes de las fuerzas de seguridad. La pata más “silenciosa” de la operación de seguridad bautizada como Eirene-la diosa griega que trae la paz-la asumió la Comisaría General de Información de la Policía en colaboración con CNI, cuerpos policiales del resto de países miembros de la alianza, así como Interpol, Europol y seguridad OTAN.
Una presencia y unas medidas de seguridad que van a afectar a la vida normal de la ciudad, donde desde el viernes pasado se intensificó la presencia policial en las calles y otras medidas para mantener el control minuto a minuto.
El control del orden público es una pieza clave para evitar altercados o desórdenes públicos en cualquier punto de la capital, pero sobre todo en la zona de Ifema. “Lo veo muy difícil”, contestó el coordinador de la tercera unidad de UIP, los conocidos como “antidisturbios”, al ser preguntado sobre si es posible que alguna manifestación perturbe la seguridad del evento. Una de las medidas fue restablecer controles en la frontera exterior del espacio Schengen. La Policía Nacional lidera un dispositivo de 10.000 agentes-entre ellos 2.400 de la Guardia Civil-que tiene como “zona cero” el recinto ferial de Ifema, pero también otros puntos clave como el Palacio Real donde los Reyes ofrecerán una cena hoy.
El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, vaticinó ayer que la celebración de la cumbre de la OTAN repercutirá en la economía local con hasta 150 millones de euros en la ciudad al tiempo que señaló que “los principales beneficiados” serán los hoteleros, así lo trasladó tras pedir a los madrileños un “ejercicio de paciencia considerable”.
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