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El Govern de Pere Aragonès celebra hoy su última reunión antes del parón veraniego, en medio de las permanentes tensiones entre socios, incapaces de consensuar un plan hacia la independencia y con la herida abierta por la suspensión de Laura Borràs. Paradójicamente, no hay tambores de ruptura.
En vísperas del quinto aniversario del referéndum del 1-O de 2017, el sí a la independencia ha tocado fondo en el último Barómetro del Centro de Estudios de Opinión (CEO) de la Generalitat, con un 41 %, reflejo de la desmovilización independentista alimentada por las constantes peleas entre ERC, JxCat y la CUP.
El acuerdo de legislatura sellado en mayo de 2021 por ERC y JxCat contemplaba la creación de un “espacio de coordinación, consenso y dirección estratégica colegiada” del independentismo, donde debería cristalizar una hoja de ruta unitaria, pero ese objetivo está lejos de cuajar, ya que los proyectos están demasiado alejados. ERC apostó por encauzar el procés a través de la mesa de diálogo con el Gobierno, que se reactivó en septiembre de 2021 y volvió a reunirse la semana pasada, sin presencia de consellers de JxCat, partido que da por enterrada la mesa y defiende la “confrontación democrática”.
Tampoco la CUP, que facilitó la investidura de Pere Aragonès, comparte la estrategia de diálogo de ERC y, de hecho, ya se negó a apoyar los últimos presupuestos de la Generalitat, quebrando la mayoría absoluta independentista. El Govern de Aragonès se desliza hacia la superación de los rígidos bloques del procés, al pactar los últimos presupuestos con los comunes y abrirse a volver a hacerlo con las cuentas de 2023. A ese acuerdo podría sumarse incluso el PSC, cuyo líder y jefe de la oposición en Cataluña, Salvador Illa, encabeza ahora mismo las encuestas caracterizado por su estilo pactista.
En este contexto de recomposición de estrategias, una nueva sacudida amenazó la semana pasada con zarandear los cimientos del Govern: la suspensión de la presidenta de JxCat, Laura Borràs, como diputada y presidenta del Parlament, con los votos de ERC, la CUP y el PSC en la Mesa de la cámara catalana; debido al juicio por corrupción abierto en su contra.
La reacción de Borràs fue furibunda, llegó a acusar a ERC y la CUP de actuar como “jueces hipócritas” y ser “cómplices” de la “guerra sucia” contra el independentismo. En otoño, Junts consultará a su militancia sobre continuar o no en el Govern y los partidarios de romper ya piden adelantarla -por el caso Borràs y porque ERC “olvida” amnistía y autodeterminación en la mesa de diálogo-, pero ahora mismo, en vísperas de un año electoral lleno de incertidumbre como 2023, la mayoría de pesos pesados de JxCat no se plantean pasar a la oposición.
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