Falla la gestión de los voluntarios que llegan a las zonas afectadas
DANA
El operativo se vio desbordado y muchas personas perdieron el día sin poder ayudar
El primer día de puesta en marcha del centro de voluntariado para “coordinar, transportar y segmentar mejor” la ayuda de las personas dispuestas a colaborar en las tareas de limpieza y asistencia en los pueblos afectados por la DANA dejó opiniones divididas: entre la satisfacción de quienes sí que pudieron cumplir su objetivo y la decepción de quienes regresaron a Valencia sin conseguir hacerlo.
La Generalitat convocó a las 7,00 horas de ayer a los voluntarios y se reunieron unas 15.000 personas en la Ciutat de les Arts i les Ciències. Diferentes autobuses los trasladaron a las localidades des destino. Sin embargo, muchos de los vehículos se dirigieron a Chiva, donde no cabían todos ni ya eran necesarios.
El presidente de la Plataforma del Voluntariat, Miguel Salvador, admite que no se puede organizar esta acción en un breve espacio de tiempo de 12 horas. Así, a muchas de las personas que tenían intención de colaborar se les pidió que regresaran a sus casa.
“Yo creo que hemos dado todos el 150% de lo que podíamos dar. Que habrá gente que dirá, yo esperaba otra cosa, y yo también esperaba otra cosa. Pero es que nunca la gente estará satisfecha”, dijo. “Pero yo, muy satisfecho”. Dos de las voluntarias, Begoña y Mari Paz, de Castellón, comentaron que no había autobuses para todos y que tampoco se podía circular por los coches que había en la carretera. “Hemos llegado siete autobuses a Catarroja” pasadas las 10,30. “Pero si vas voluntaria o voluntaria, la organización es poco a poco. A lo mejor era demasiada gente, no sé. Yo creo que ahora es un aprendizaje”. Mick, otro voluntario, cree que “se notaba que había demasiada gente; no sé si simplemente no había otros sitios donde realmente necesitaron gente”.
Idas y vueltas
Olga y Carla, de l’Eliana y San Antonio de Benagéber, apreciaron “falta de dirección, coordinación y distribución de tareas”. Trataban de llegar a Llombai pero “no había manera de ir”. Al final, y después de varias idas y vueltas, dejado a casi 500 personas en Catarroja. “Al final hemos estado como hora y algo trabajando”, principalmente, sacando muebles de una casa y quitando agua. De hecho, hubo voluntarios que se quedaron más tiempo. “No sé cómo vuelven”, indicaron.
“Nos han puesto un autobús hacia Chiva. Y cuando hemos llegado, hemos estado una hora de parón, diciendo que estaban mirando a ver cómo podíamos ayudar; luego nos han dicho que no, que teníamos que volver a los buses porque teníamos que ir a unas urbanizaciones que necesitaban ayuda; luego que no podían acceder y hemos decidido ir al pueblo, pero nos han dicho que no hacía falta”, describe Pau Martínez, a quien acompañaron otros tres amigos sanitarios.
“Ha sido un poco de desorganización por parte de todo. Te levantas esta mañana con ganas e ilusión de ayudar a lo que fuera y te quedas un poco sin... Que te lo agradecen por haber ido, pero no has podido hacer mucho”, lamenta. En Chiva no eran necesarios pero en otros pueblos más cercanos a Valencia, sí. “Han hecho que perdiéramos toda la mañana sin hacer absolutamente nada”, concluyó una médica que viajó junto a Pau.
La vicepresidenta y consellera de Servicios Sociales, Susana Camarero, reconoce que “es verdad que algunos han sido redirigidos a otras localidades porque, cuando han llegado, la situación había cambiado y habían aparecido otras personas no organizadas y no eran necesarias”. Los propios alcaldes les trasladaron cuando ya estaban cubiertas las necesidades, “y hubo que redirigir a otros lugares”. “Ayer (por el viernes) había una planificación y no podemos contar con quien aparece sin que nosotros hayamos planificado”, resume.
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