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El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y el secretario general de JxCat, Jordi Turull, exploraron ayer la existencia de la posibilidad de un acercamiento de posturas in extremis que salve la coalición de gobierno, en medio de un clima de ruptura entre los espacios políticos de ERC y JxCat. Los contactos discretos entre Aragonès y Turull representan un último esfuerzo negociador previo a la finalización, anoche, del plazo que se marcó Junts antes de convocar una consulta a sus bases.
Sin embargo, según fuentes conocedoras de los contactos consultadas, de momento no se puede hablar de una aproximación de posturas suficiente como para pensar que es reconducible la crisis entre ambos socios de gobierno. JxCat entregó la noche del viernes a Aragonès un documento de condiciones que incluía cuestiones que ERC considera inasumibles, como la restitución de Jordi Puigneró como vicepresidente del Govern después de haber sido destituido por Aragonès el pasado miércoles, o la reactivación de un Estado Mayor del “procés” bajo la coordinación del Consejo por la República, controlado por el expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont.
Según las fuentes consultadas, de momento las conversaciones no han dado frutos que hagan pensar en un posible acercamiento, antes de que hoy la dirección de JxCat defina la pregunta de la consulta de los días 6 y 7 de octubre, en la que su militancia se pronunciará sobre si hay que salir o no del Govern. De hecho, el propio Aragonès ya rechazó la misma noche del viernes el documento de condiciones de JxCat, al no ver en él ninguna “voluntad de acuerdo”.
A mediodía de ayer, a las 12.30 horas, Aragonès asistió al concurso de “castells” humanos en Tarragona, donde participaba una treintena de grupos de “castellers” de toda Cataluña, un acontecimiento al que también acudieron la consejera de Acción Exterior y Gobierno Abierto, Victòria Alsina, y la titular de Cultura, Natàlia Garriga.
Aragonès y Turull conversaron antes del concurso de “castells” y, a lo largo del día, estaban abiertos a mantener más contactos. El clima que envuelve este último intento negociador no invita precisamente a pensar en un final acordado, ya que los abucheos recibidos por la expresidenta del Parlament Carme Forcadell en el acto de conmemoración del aniversario del 1-O, organizado por el Consejo de la República que lidera Carles Puigdemont, ha sido objeto de una nueva polémica en las redes sociales.
ABUCHEOS A FORCADELL
Las críticas vertidas en redes sociales, en especial desde las filas republicanas, al acto del sábado por los abucheos a Forcadell -y las sonrisas que en ese momento mostraban entre el público asistente dirigentes de JxCat como Laura Borràs o Joan Canadell- motivó la reacción del propio Puigdemont. “Los silbidos a la presidenta Carme Forcadell no me gustaron. No porque el hecho de estar en la cárcel (como nosotros en el exilio) nos tenga que ahorrar la crítica, sino porque ella tuvo la valentía de ir a un acto incómodo para su espacio político y dio la cara”, afirmó el expresidente.
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