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Manifestantes de la izquierda abertzale agredieron ayer al alcalde y los concejales del ayuntamiento de Pamplona. Sucedió durante la procesión de San Fermín, que se vio empañada por los zarandeos, insultos, empujones e incluso escupitajos de los violentos.
La corporación municipal regresaba junto al Cabildo catedralicio a la Catedral de Pamplona. Cuando pasaban por la calle Curia, una de las vías del casco viejo, se vieron rodeados por un grupo de personas que comenzó a increparles y gritar “UPN kanpora” (“Fuera UPN”; Unión del Pueblo Navarro es el partido de centroderecha que gobierna en Pamplona). También les abuchearon e incluso lanzaron algún objeto al regidor pamplonés, Enrique Maya.
La policía municipal tuvo que proteger a los ediles de la arremetida de los abertzales. A tal escala llegaron las agresiones que hay tres policías municipales heridos. Según explicó el alcalde, “uno, con una rotura de nariz; el otro con el tobillo de una patada y otro con un vaso o botella que le ha dado en la cara”. La concejala María Echávarri también sufrió las consecuencias y fue tirada al suelo.
Tras los sucesos la Junta de Portavoces del Ayuntamiento de Pamplona aprobó, con los votos a favor de Navarra Suma (PP, Cs y UPN) y Partido Socialista, el voto en contra de Geroa Bai (coalición en la que participa el PNV, que condenó los hechos en sus redes) y el silencio de Bildu, una declaración en la que condena las agresiones y expresa su solidaridad con los agentes de policía heridos.
Enrique Maya consideró que les estaban “esperando” y dijo que se habían traspasado “muchas líneas”. Criticó a Bildu, porque según sus palabras, “no puede estar al margen de que a un partido democrático se le quiera linchar, y ellos parece que están felices”.
El presidente de UPN, Javier Esparza, calificó las agresiones de “absolutamente intolerables e impropias de una sociedad civilizada y democrática”, y llamó a la presidenta del Gobierno de Navarra, la socialista María Chivite, a que “reflexione acerca de con quiénes están pactando”.
Sin embargo, el Partido Socialista de Navarra (la federación del PSOE en la comunidad foral) tachó de “fascistas agresores” a los violentos y aseveraron que “no conseguirán distorsionar las tradiciones de Pamplona ni imponer sus posiciones utilizando la violencia”. “Creemos que la discrepancia política es lícita, pero la violencia es inaceptable”, manifestaron antes de mostrar su solidaridad con los agentes.
En otro plano, el arzobispo de Pamplona, Francisco Pérez, valoró como “lamentable” que “los miembros de las instituciones públicas o eclesiásticas sean agredidos e insultados, y que quienes los protegen tengan que sufrir semejante expresión de odio y violencia”.
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