La incertidumbre en la flota de Malvinas arrastra a la industria

Mar

Las autoridades de Falklands dan 72 horas a los armadores para reunir más datos de capturas. Las ventas están paradas a la espera de confirmar si se cancela la campaña

La flota de Malvinas, amarrada en Beiramar antes de su salida al archipiélago, en junio.
La flota de Malvinas, amarrada en Beiramar antes de su salida al archipiélago, en junio. | Vicente Alonso

El calamar de Malvinas es uno de los protagonistas gastronómicos del verano. Es su momento de mayor consumo, especialmente en formato de tapa en tabernas y restaurantes, generalmente frito, aunque también acompañando arroces o directamente, para los más golosos, en bocadillo. Y mientras aquí se disfruta del calor y las vacaciones, las tripulaciones de la flota de capital mixto vigués-malvino soportan el frío del duro invierno austral en el archipiélago de las Falkland Islands. Allí llegaron a finales de julio para la segunda temporada del calamar patagónico, que, un año más, está sumida en la incertidumbre.

Si bien las autoridades malvinas, en base a criterios científicos, habían decretado un cierre de la pesquería temporal para ayer, este se ha aplazado 72 horas para poder seguir explorando las aguas y recoger más datos sobre las capturas para su análisis por los científicos, apuntan fuentes del sector. “Teniendo en cuenta las referencias de los 10 últimos años, la situación es muy anómala”, señalan estas mismas fuentes. Será el martes cuando se tome la decisión definitiva: o un nuevo cierre muy prematuro como en 2023 o continuar la campaña sin saber de momento cuánto se pescará.

Hay inquietud, tanto entre armadores como la industria transformadora, por la importancia que tiene esta especie para el tejido empresarial vigués. “La temporada suele ir de más a menos, pero este año vamos de menos a menos”, señala una fuente, mientras que otra apunta “los patrones dan por perdida la temporada” y espera que “cambie la situación y solo sea el mal sueño de una noche de verano”.

Fuentes de la industria indican que, tras el anuncio del cierre de la pesca el miércoles por parte de las autoridades de las Falkland Islands, finalmente aplazado, las ventas se paralizaron ante un posible aluvión de demanda de compra. Una vez se tome la decisión definitiva se despejará la ecuación. Así, el cierre de la pesquería podría derivar en un aumento de los precios ante la escasez de calamar.

“Esto es un drama para todos”, apunta otra fuente sectorial. Se refiere a que se están encandenando tres años de capturas bajas o nulas en la segunda temporada, cuando los armadores llevan el último lustro ejecutando inversiones millonarias para renovar la flota. El calamar patagónico ha sido la gran apuesta del sector en la últimas décadas y se teme la llegada de un cambio de ciclo.

No solo eso, el calamar que llega a la industria del eje Vigo-Marín es “pequeño y de pared fina”, lo que hace más difícil limpiarlo además de tener una menor demanda. Esto podría suponer que, en cierta medida, la industria recurra a calamares de otras latitudes, como el de California, para responder a las exigencias del mercado.

Teorías

¿Qué ha pasado? Es pronto para dar respuestas. En ello trabaja un equipo científico de diferentes nacionalidades, con referencias en artículos sobre cambio climático. Esta es una de las posibilidades que se baraja, que las condiciones bioclimáticas hayan afectado a la especie. No es la única teoría. También se baraja que el aumento en la población de la merluza esté detrás de una caída en el número de calamares, si bien los datos de capturas de las últimas décadas no permiten establecer una correlación.

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