Vida paralela, idéntico nombre
juegos olímpicos
La canguesa Teresa Portela comparte entrenamientos y la profesión de fisioterapeuta con su tocaya lusa
Desde hace años, el piragüismo internacional conoce la existencia de Teresa Portela por partida doble. La canguesa se prepara para disputar en Tokio sus sextos Juegos Olímpicos y lo hace, por primera vez en su carrera, con su homóloga portuguesa. Es la Teresa Portela de Esposende, que no sólo comparte nombre con la morracense. Practican el mismo deporte, ahora la misma distancia de K1 200 metros y hasta tienen en común su profesión porque ambas son fisioterapeutas.
"Sí, es curioso, increíble. Pensar que existe una persona que se llama igual, habiendo nombres más comunes, que además practica el mismo deporte, en la misma distancia y también comparte profesión conmigo. La verdad es que es mucha coincidencia. No es algo que se vea todos los días", expresa la deportista de Cangas. Toda una serie de coincidencias deportivas y extradeportivas, a las que se añade que desde hace dos meses comparten por primera vez entrenamientos tras una larga carrera deportiva. Portela Rivas, de 37 años, goza desde noviembre con la compañía de Rosario Portela, de 32. "Se puso en contacto conmigo para entrenar. Aunque somos rivales, creo que me va a venir bien tener a una palista de gran nivel a mi lado y siempre buscar la mejora. Tener en el día a día cerca a alguien de su calidad, es algo que me puede ayudar", expresa la canguesa. Una versión que ratifica desde Esposende la lusa: "Nos llevamos muy bien. Creo que las dos nos dimos cuenta de que podemos ser mejores si entrenamos juntas. Podemos competir mejor y con dos personas de un nivel parecido, nos podemos ayudar".
El punto clave se dio en el pasado Mundial, cuando ambas palistas clasificaron a su país para los Juegos de Tokio en el K1 200 metros. La morracense es una auténtica especialista en esta distancia y la lusa explica que "es la primera vez que yo obtengo la clasificación en K1 200 y además no tengo otra opción. En ocasiones anteriores, estaba en K1, pero también en K2 o K4, pero ahora no. Es mi única prueba y la de ella también. Es la primera ocasión que hago esta preparación y no hay nada mejor que poder entrenar con una de las mejores del mundo, que además está tan cerca".
Comenzaron las conversaciones y los movimientos. Con la canguesa totalmente asentada desde hace años en O Grove y la preparación en Pontevedra de la mano de Daniel Brage, fue la lusa la que se mudó. "Tengo un piso en Pontevedra. Hacemos dos o tres semanas de concentración al mes, que son las jornadas de más carga de trabajo. Me quedo en un piso y, después, en las semanas de descarga, me vengo a casa. En esos días, también puedo ir un par de veces a Pontevedra porque el viaje es una hora y diez, más o menos, por lo que es muy fácil ir hasta allí para entrenar con ellos. La verdad es que estoy cerca", explica la palista de Esposende.
Una situación con la que Teresa Portela Rivas se muestra contenta porque en los últimos años "compartía entrenamientos con deportistas más jóvenes o con Natalia García, que también está en la selección". A eso se añadían sesiones en verano con hombres, pero sin una compañía clara. "Para mí es un experiencia más y un estímulo nuevo, que siempre viene bien. Después de tantos años como llevo, siempre es bueno tener estímulos. Y también una competidora así, de ese nivel, ayuda a no dormirse, aunque tampoco creo que ese haya sido mi problema. En todo caso, es positivo", reitera. De hecho, una vez planteada la opción y concretada, indica que "la verdad es que no me sorprendió porque estamos cerca. No lo esperaba, pero tampoco es una sorpresa".
Las dos kayakistas son veteranas, por encima de la treintena, y distanciadas por menos de 200 kilómetros, pero "nos conocíamos porque llevamos tiempo compitiendo en el ámbito internacional. Hasta ahora no había un trato cercano", indica la morracense. La situación cambió gracias a la preparación hacia los Juegos de Tokio porque ambas deportistas estrecharon lazos. "Entrena muy bien, es muy competitiva. Todos los entrenamientos cuentan para ella. Es muy seria y, por ello, es una compañera excelente. Todo lo hacemos con mucha calidad, las sesiones son muy buenas. Después, fuera de la piragua, es muy relajada, habla bien y es tranquila", explica la lusa.
La portuguesa reconoce que el objetivo de ambas es "obtener el mejor puesto posible en Tokio" y matiza que la morracense "tiene 37 años, pero parece una joven. Está en una gran condición, muy rápida y con muchas ganas de competir. Sigue motivada, le gusta mucho entrenar y no se nota nada que lleva años en el deporte. Está fresca". Una frescura que se contagia y ambas pelean día a día en sus sesiones de entrenamiento de calidad para en verano, en Japón, poder estar en la final o en las medallas.n
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