Pau Echaniz, bronce en aguas bravas
Juegos Olímpicos | Piragüismo
Pau Etxaniz se colgó la medalla de bronce tras bajar de primero en la final del K1 slalom y masticar los nervios de ver a los otros 11 finalistas desde tierra antes de explotar de alegría
Cuando el británico Joseph Clarke rebasó la línea de meta del canal de Vaires-sur-Marne, Pau Etxaniz enloqueció. Saltos, gritos, manos en la cabeza y un sprint en busca de sus compañeros de delegación que, a su vez no lo encontraron en la silla en la que tuvo que masticar los nervios durante más de media hora. Pero la espera había merecido la pena. El donostiarra, que completó el festejo zambulléndose en el agua, era medallista olímpico de K1 slalom. En su cuello lucía un bronce de inmejorable sabor, teniendo en cuenta que accedió a la final con el peor tiempo de los doce competidores en liza. Es la vigésimo primera medalla del piragüismo español en el cielo del deporte y la cuarta de España en París.
Porque sí. Etxaniz se puso primero nada más completar su recorrido. Obvio, era el primero en hacerlo. Pero su festejo lleno de alegría ya hacía intuir que había hecho un tiempo de nivel. Que había que dar el callo para superarlo. Y así fue. El palista vasco paró el crono en 86.87. Un tiempo estratosférico, con el que habría sido campeón olímpico de no ser por los dos segundos de penalización que dejaron la marca en 88.87. Realmente buena.
Era momento de capear los nervios sentado en una silla. Poco a poco, sus rivales le iban sucediendo en los descensos. Los tres siguientes se quedaron lejos de él. Pero el italiano Giovanni di Gennaro (88.22), que realizó una bajada espectacular y sin mácula, le superó. No había pasado mucho tiempo y Etxaniz ya sabía que no iba a ser oro. Pero todavía faltaba demasiado como para que la medalla fuera algo más que un sueño.
No obstante, los nervios, la presión y el gran tiempo del donostiarra eliminaban rivales uno tras otro. Así hasta que el francés Titouan Castryck (88.42) le superó por un escasísimo margen para ponerse segundo. Faltaban solo dos palistas y el miedo se podía cortar. El alemán Noah Hegge se saltó una puerta. Eliminado. Solo faltaba el británico, el mejor en semifinales, cuarto en la final. El bronce era una realidad. La espera mereció la pena.
"La manga salió casi perfecta, he ido como un caballo salvaje"
Pau Etxaniz se mostró exultante tras su medalla de bronce en París 2024 gracias a la confianza que tenía en sus opciones y una salida cual "caballo salvaje", pese a que era su primera final olímpica, para subir al podio de K1. "Me lo creo. Tengo este sueño desde hace mucho tiempo. No sabes cuánto he pensado en esta bajada y estoy muy satisfecho de que me haya salido", dijo ante los medios.
Etxaniz explicó que su idea era ir al ataque. "No hay que frenar, siempre hacia adelante. He ido como un caballo salvaje, muy suelto, muy seguro, en todo momento sabía lo que hacer y ha salido. Sabía que sólo un par o tres podían hacerlo, han fallado los dos más grandes y ha sido un poco largo, de salir el primero y hasta el último para el bronce, pero muy contento", dijo. “He cosido una manga casi perfecta, por ese toque. Voy a estar contento, este bronce ya es histórico”, añadió el palista donostiarra, que no quiso darle vueltas a los dos segundos de penalizacón.
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