El maldito tope de manos de Juan Saavedra
Juegos Paralímpicos | Tiro
El tirador afincado en Vigo concluyó cuarto la prueba de carabina tendida de 50 metros, en la que tiró a pulso por la rotura de la pieza que engancha el arma a la prótesis de su brazo izquierdo
Juan Antonio Saavedra se encontró ayer con el colmo de la mala suerte en la final de la prueba de carabina tendida de 50 metros R6 mixta. El pontevedrés, afincado en Vigo hace 20 años, llegaba a la final tras dominar las preliminares de su prueba favorita, en la que se colgó la medalla de plata en Londres 2012 y el bronce en Tokio 2020. Las expectativas eran inmejorables. Pero, nada más arrancar la batalla por las preseas, sucedió lo que nunca antes había ocurrido en décadas de carrera. El tope de manos es una pequeña pieza en la parte inferior de la carabina, que sirve para que el arma descanse en el brazo de apoyo del tirador. En el caso de Saavedra, en la prótesis que tiene en su brazo izquierdo. Desde ahí parte una correa hasta el tronco que mantiene el arma fija. Pues al romperse el enganche, el vigués tuvo que disparar a pulso durante toda la final. Esto quiere decir que terminar cuarto se puede catalogar como proeza, dentro de la desgracia de quedarse sin medalla.
Es lo que hay. No hay una frase que resuma mejor lo acontecido. Saavedra iba a por el oro tras dominar con autoridad la clasificatoria con 626.9 puntos por delante de Natascha Hiltrop y Anna Benson, oro y plata posteriormente. Pero la avería del tope de manos, tan improbable como letal, apareció en su camino tras el primer disparo del envite decisivo. La lógica dificultad de una final paralímpica acababa de subir exponencialmente.
Ese 10.6 inicial dio paso a una ligerísima bajada de décimas, nunca por debajo del 10. Nada alarmante. Pero los gestos de Saavedra hacían ver que algo no iba bien. El vigués es expresivo habitualmente, pero esas reacciones hacían intuir que algo no marchaba bien. Así era. Desde la segunda ronda, no le quedó otra que tirar a pulso, con la extraordinaria dificultad que eso entraña. Era una batalla de supervivencia.
Y el tirador pontevedrés dio la cara. Como es normal, fue perdiendo comba con la cabeza décima a décima. Al terminar la segunda ronda ya era cuarto. Por delante, el francés Jean Louis Michaud había subido su nivel de las preliminares y presentaba batalla a la alemana y a la sueca. Era el momento de las eliminaciones directas. Ronda a ronda iban cayendo los rivales que iban por debajo, pero Saavedra no conseguía acortar la distancia que le separaba del bronce. Al contrario. La israelí Yuliya Chernoy apretaba por detrás para quitarle la cuarta plaza. Finalmente, Juan aguantó el tipo por apenas dos décimas. Y en la siguiente ronda, el punto que le separó del galo confirmó su cuarto lugar.
Así concluyó la participación del vigués en sus sextos Juegos Paralímpicos, en los que logró su tercera medalla. La conquistó hace unos días en la carabina de 10 metros. La de ayer debió haber traído la cuarta, pero el destino tenía otros planes, muy ingratos para él. El sabor de boca positivo es el de haber finalizado cuarto con una avería tan incapacitante. El amargo, que tenía el metal al alcance. El maldito tope de manos se lo quitó.
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