Voleibo | Superliga 2
El derbi se quedó en Coia
Entrevista
Decía Bertolt Brecht que las personas que luchan un día son buenas; las que lo hacen un año son mejores; las que pelean muchos años son muy buenas; pero hay quien lucha toda la vida: esas son las imprescindibles. Es una cita idónea para María Teresa Portela Rivas (Cangas, 1982), que lleva enfrentándose a las mejores palistas del mundo en todo el siglo XXI. Y ahí sigue. Porque siete Juegos Olímpicos -con plata en Tokio- después -más que ninguna mujer en España- e incontables medallas en Europeos y Mundiales, Teri quiere seguir peleando también en 2025. Como lleva haciendo toda su vida.
¿Es usted nostálgica?
Cuando una se hace mayor igual sí que se vuelve más nostálgica. Empezamos a echar la vista atrás, valoramos, comparamos. Cómo fueron nuestros inicios, cómo son ahora para los niños. Yo empecé aquí en Aldán, en el club, que por aquel entonces eran cuatro paredes pequeñitas de piedra. Igual éramos cien niños. Tengo un recuerdo muy bonito aunque las condiciones no fueran perfectas como ahora. Había un vestuario de unos metros en el que nos metíamos chicos y chicas y no había duchas de agua caliente.
¿Entonces?
Había un pozo de agua helada y te tirabas un cubo por encima. Esa era tu ducha y para casa. Son cosas que te hacen valorar las condiciones que había antes y que si hay talento, hay ganas y hay esfuerzo, también se pueden conseguir las cosas aunque no dispongas de tantos medios. No hace falta nacer en una gran ciudad para alcanzar grandes logros. Y es bonito que eso lo vean los niños actuales.
Cuando una niña empieza a hacer deporte no sé si sueña con los Juegos. ¿Qué impacto tuvo el deporte en su vida con 9 años?
Cuando empecé, mi idea no era ir a unos Juegos. De hecho, creo que ni sabía lo que eran unos Juegos Olímpicos. Lo que pretendía era pasarlo bien ese verano. Y eso es lo importante en esa edad. Mi colegio estaba pegado al club y nada más salir iba para ahí. Lo pasaba genial. El impacto que tuvo en mi vida es que algo que comenzó como un juego se ha convertido en mi trabajo.
¿Cómo y cuándo es ese momento en el que se da cuenta de que el piragüismo deja de ser un divertimento y se va a convertir en su modo de vida?
Creo que di un pasito más cuando me fui al Centro Galego de Tecnificación en Pontevedra. Pero cuando lo sentí mi trabajo de verdad fue cuando me incorporé al equipo nacional en 2001. Si antes la prioridad eran los estudios, a partir de entonces pasó a ser el piragüismo. Aunque seguí formándome y sacando mis carreras universitarias.
Es curioso que cite 2001 porque ya había ido a unos Juegos el año anterior. Dicen que las primeras veces nunca se olvidan.
Ninguna se olvida, pero la primera especialmente. Sobre todo porque no perseguía ese objetivo. Aquel año era júnior y mi meta era el Europeo de la categoría. Fui y saqué una plata. Misión cumplida. Lo que pasa es que luego me presenté a una competición absoluta, la gané y fue lo que me dio la plaza olímpica. Surgió, fue increíble. Y en Australia, que yo pensaba que probablemente no iba a volver allí, y enfrentándome a grandes piragüistas.
Luego vinieron 6 más.
¡Y yo sin saberlo! Creía que eran los primeros y los últimos. Pero mira, son 7 y todos ellos especiales.
Imagino que los de Tokio, ya especiales por la pandemia, tienen un lugar preferencial por esa anhelada medalla
Tokio es especial porque se dio en unas circunstancias muy concretas. La pandemia marcaba mucho. Sin público y con todas esas precauciones para evitar un positivo. En unos Juegos siempre hay una tensión añadida, pero allí fue doble por un posible contagio. Fue realmente duro. Pero para mí siempre serán los especiales. Dicen que a la tercera va la vencida, pero en mi caso fue a la sexta. Finalmente, conseguí esa medalla que tanto perseguía y cuando me la colgaron al cuello fue increíble. La sensación era de que lo habíamos conseguido. La que remé fui yo, pero estaba mi entrenador, mi marido, gente que me apoyó para conseguir ese sueño. Grité, me liberé y pensé: "Ya está". Nadie me había exigido esa medalla, era yo la que me había marcado perseguir ese sueño Juegos tras Juegos, así que sentí alivio por mí misma.
Entre Europeos y Mundiales tiene casi 40 medallas, pero a ninguna se le ha dado tanto valor como a la de Tokio. ¿No es un poco injusto?
A veces nos centramos en las medallas y no se le da el valor que tiene llegar a unos Juegos. Es muy difícil estar ahí. Llega un momento en el que se normaliza y no es normal.
¿Qué tiene más valor: conquistar una medalla determinada o estar un cuarto de siglo entre las mejores del mundo?
Yo lo tengo claro. Le doy mucho valor a la medalla, pero no la cambio por mis 24 años en la élite y mis siete Juegos Olímpicos. Yo me quedo con toda mi carrera deportiva. Está muy bien ir a unos y sacar medalla, pero cuántas veces vemos que todo se queda ahí. Yo le doy mucho valor a una persona que se mantiene tantos años arriba. Para mí tiene más peso que estar dos o cuatro años en la élite. Por eso, poder vivir del piragüismo tanto tiempo y mantenerme ahí arriba lo considero un éxito.
Una pregunta recurrente es la de cuándo se va a retirar. Así que no se la voy a hacer. Pero, ¿de dónde sacas la motivación para seguir?
La motivación hay que sacarla. Todos tenemos nuestros trabajos y tenemos que tener una ilusión. A mí esto me gusta, pero tengo que tener una ilusión que me dé la fuerza suficiente para madrugar, meterme en un agua fría con lluvia. El objetivo tiene que ser bien fuerte. Cada temporada me planteo uno y siempre hay un reto por el que luchar. Llegará un día en el que no me compense o que el sacrificio no merezca la pena. Pero hasta ahora siempre ha sido así. Y sigue vigente.
Estar tantos años ahí también la vuelve pionera. Por ejemplo, demostró que el deporte de élite es compatible con la maternidad.
Es verdad que es muy difícil. Probablemente, las que vengan detrás lo tendrán algo más fácil. Porque cuando tú ves a alguien que tras ser madre no se retira ya es un paso muy grande. Que se vea que tienes la opción de seguir, siendo consciente de que conciliar es muy complicado sea el trabajo que sea. Hay que pasar por un embarazo, por un parto, por un postparto y es muy difícil porque ser deportista de élite conlleva que tengas que estar bien físicamente. Pero es posible hacerlo. A mí me llevó esfuerzo, incertidumbre, dudas... Hubo muchos lloros porque, emocionalmente, quería estar con mi hija. Pero también quería retomar mi carrera y, por otro lado, cuando estaba con ella sentía que tenía que estar trabajando... Son cosas que cualquier madre o padre entenderán.
Asumir los esfuerzos de compaginar la maternidad con el deporte es mi mejor decisión; siento que no he renunciado a nada
Muchos esfuerzos.
Sí. Pero asumirlos ha sido mi mejor decisión porque siento que no he renunciado a nada. He conseguido ese equilibrio que tanto necesito gracias a mi entorno y han llegado resultados que he podido compartir con ellos. Desde que tuve a mi hija me ha acompañado a todas las concentraciones y competiciones. Es algo muy importante para poder estar al 100% en todos los sentidos. También para que ella viviera la experiencia y viera lo que implica y lo que supone trabajar los sueños y lo que conlleva. Y después la suerte de que pueda estar entre todos los deportistas a pie de pista y compartir todo conmigo. Es la mejor de mis experiencias.
Ejemplos así ayudan a la conquista de derechos de las mujeres deportistas como bajas por maternidad o más apoyos para que nadie se retire antes de tiempo.
El hecho de demostrar que una deportista consigue volver a su estado de forma tras ser madre e incluso sacar mejores resultados ya supone una ayuda para ellas. Que sepan que es posible. Por otro lado, que haya chicas que no renuncien a su carrera va a exigir que se cambien muchas cosas. De repente hay nuevas necesidades. Las mías no son las mismas que las de mis compañeras de 20 años. Desde las instituciones deben replanteárselo. ¿Una chica se queda embarazada y la dejan sin patrocinadores? Eso no puede ser. Tienen que darse cambios y que un embarazo no suponga un problema. Yo, personalmente, no tengo queja ninguna. Pero soy consciente de que muchas mujeres se quedaron sin apoyos. Por eso hubo un replanteamiento. A mí me congelaron la beca ADO en el proceso del embarazo. Es de agradecer. Antes no se hacía, pero a medida que suceden las cosas, se van replanteando las soluciones. Aún queda mucho, pero son pasitos que se van dando.
¿En qué lo ha notado?
En Río de Janeiro 2018, mi hija tenía 2 años y no se pudo venir porque no se daban las condiciones.Simplemente no se contemplaba. A París me la llevé y estuvimos en un hotel, evidentemente por mi cuenta. Si fuera a la Villa Olímpica no hay manera de que entre, pero habilitaron un lugar para que les visiten con sus bebés y compartir tiempo con ellos. Es muy importante porque se facilita el bienestar de las deportistas y los pequeños.
Un periodo de 25 años es suficiente para percibir cambios en la sociedad.
En cuanto a Juegos, se ha igualado el número de hombres y mujeres, cuand antes la presencia masculina era muy elevada y la femenina, mínima. Se ha equiparado. Este año en París hubo 190 hombres y 193 mujeres. Eso ya es un dato importante. Se ha mejorado en cuanto a la maternidad. Queda mucho todavía por mejorar, pero hay que seguir luchando, no dar las cosas por sentadas y abrir nuevos caminos para el resto del mundo. Todas las cosas son imposibles hasta que se hacen.
Como estamos celebrando el año nuevo, toca preguntar por lo que viene. Sé que se plantea objetivos a corto plazo y el siguiente es el Mundial. ¿Seguirá en el K4?
Después de los Juegos de París, necesitábamos un descanso. Sobre todo, mentalmente. Romper esa rutina de trabajo diario brutal que tuvimos. Una vez recuperada, empecé a entrenar un poco. Como cada temporada, necesito plantearme un objetivo y saber para qué me sirve lo que trabajo hoy. El caso es que todavía no lo sé. Hay un cambio de ciclo y también necesito saber el planteamiento de la Federación tras las elecciones.
Tengo que saber si el equipo nacional va a seguir en Galicia porque si no está, yo no puedo optar a barcos de equipo
Imagino que cambiar de residencia es inviable a estas alturas.
De 2001 a 2008 estuve en Sevilla con el equipo nacional. En 2009 decidí venirme a casa y meterme al K1 hasta 2021. Y ahí fue cuando me propusieron traer el equipo nacional a Pontevedra para conseguir que un K4 femenino fuera a unos Juegos, cosa que no pasaba hacía 16 años. Ahora tengo que saber si va a seguir en Galicia. Porque si no está, yo no puedo optar a barcos de equipo porque no me puedo permitir concentrarme en ningún sitio con una hija escolarizada aquí. Lo primero es saber qué quieren hacer ellos y a partir de ahí me gestionaré.
Preguntarle si vas a estar en tus octavos Juegos sería muy barato porque es imposible saberlo. Pero, ¿se ve capacitada para luchar por igualar a García Bragado como deportista español con más presencias olímpicas?
Yo no me pongo frenos, ni barreras, ni renuncio a nada. No puedo decir que no voy a estar allí ni que iré con certeza. Simplemente, porque no lo sé. Es un camino largo. Tres años que son hoy, mañana, pasado, enero, marzo... Muchos días. Tampoco quiero ponerme la mochila de querer ir sí o sí y que eso me suponga un lastre. Soy consciente de lo que he disfrutado este camino y soy feliz con mi carrera deportiva. Mi pensamiento después de Tokio era que lo que viniera a mayores sería bienvenido. Y así es cómo lo afronto en estos últimos años.
Palada a palada.
Eso es. Siempre palada a palada.
Doy gracias a que mi amiga Carmela me llamase para montar en piragua en aquel verano del 91
Y para terminar, le pido que se pare un segundo a pensar y me diga que le hace sentir llevar 25 años luchando en la élite mundial.
Soy feliz. Absolutamente. Le doy muchísimo valor a todo lo que he conseguido y me siento muy orgullosa. Y agradecida, también. Soy quien soy debido a mi entorno. Lo que he logrado es por ellos, que siempre me lo han puesto fácil y me han ayudado. Y doy gracias a que mi amiga Carmela me llamase en aquel verano del 91 para montar en piragua. Por sentirme aquí en el club como en mi casa y con todos mis amigos. Por que mi entrenador Daniel me dijera que sí sin ningún pero cuando lo llamé para que me entrenase en el K1. Agradecida porque mi marido me haya acompañado en cada entrenamiento, en cada competición y que haya creído en mí cuando yo misma no lo hacía en algunos momentos. Que me ayudó a estar bien anímicamente trayendo a nuestra hija a los entrenos para que doliera menos el día a día. Agradecida a mi famila porque no me echaran atrás cuando tomé la decisión de irme a Pontevedra y a Sevilla porque todos nos guiamos por la aceptación de nuestros padres. Y que ellos no me hayan frenado, sino que me hayan impulsado ha hecho que a día de hoy esté aquí. Feliz por toda mi carrera deportiva y por toda la gente que la ha hecho posible.
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