Una operación sin precedentes

Caixanova se ha erigido en una pionera entre las entidades de crédito españolas al convertirse en la primera que entra en el accionariado de un club de fútbol recién salido de un proceso concursal. La caja decidió esta semana capitalizar parte de su deuda, en total unos 5,5 millones de euros, para así convertirse en el segundo mayor accionista del Celta, sólo por detrás de Carlos Mouriño, que tras convertir en acciones otros 3 millones controla el 30 por ciento del capital social de la entidad. Otros clubes que han atravesado recientemente un proceso concursal no se han encontrado con un apoyo similar de uno de sus mayores acreedores. De hecho, en la mayoría de casos ha sido el máximo accionista el único que ha desembolsado dinero para salvar de la quiebra a la sociedad. Un ejemplo es el Sporting de Gijón, que también decidió realizar una ampliación de capital tras salir del concurso. En su caso, el dueño y antiguo presidente del club asturiano, José Fernández, capitalizó 6 millones de euros. El resto de acreedores que acudieron a la ampliación lo hicieron con cantidades poco representativas.

Sanz, único sustento del Málaga Por su parte, en Málaga el club no encontró apoyo en la ciudad y se llegó a temer por su desaparición. La Caixa, segundo mayor acreedor tras Hacienda, no se mostró tan magnánima como lo es ahora Caixanova y se negó a inyectar dinero. Sólo el presidente del club, Fernando Sanz, se mostró dispuesto a ello. Un caso distinto es el de Las Palmas, ya que para pagar su deuda consiguió un ventajoso crédito de la Caja de Ahorros del Mediterráneo, así como un contrato de patrocinio con el cabildo insular, equivalente a la Diputación Provincial, para los próximos veinte años que garantiza la viabilidad del club. No obstante, ninguna de estas dos entidades se mostraron dispuestas a entrar en el accionariado, como hace ahora Caixanova en el Celta.