El ojo en una moneda de céntimo

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Juan Saavedra camina firme hacia sus quintos Juegos tras batir el récord de España en carabina de 50 metros

jorge castro. vigo

Publicado: 07 dic 2020 - 01:41 Actualizado: 08 dic 2020 - 01:27

Juan Saavedra reside en Vigo desde hace más de veinte años y entrena en el campo de tiro de Pontevedra.
Juan Saavedra reside en Vigo desde hace más de veinte años y entrena en el campo de tiro de Pontevedra.

Media vida en Vigo. El pontevedrés Juan Saavedra es una de las personas de Galicia que en más ocasiones viajó entre las dos ciudades de la provincia. Nació en la capital, reside en la ciudad olívica desde hace un cuarto de siglo y "voy a entrenar a Pontevedra porque es el único sitio en el que hay un campo de tiro olímpico. No me queda otra", explica.

Lo hace tres días por semana "si no viajo a una competición. Viernes de tarde, el sábado todo el día y el domingo hasta las 15:00 horas. Después, en casa, también entreno, pero sin munición real, con una carabina electrónica. No es lo mismo, pero se complementan las dos modalidades", explica. Y mantiene esta rutina desde hace unos 25 años, cuando se trasladó a Vigo. Tiempo para participar en hasta cinco Juegos Paralímpicos. Comenzó en Sidney, rozó el podio en Atenas, no acudió a Pekin, logró la plata en Londres 2012 y falló en Río. El pasado fin de semana batió el récord de España en su modalidad, la de carabina 50 metros tendido R6, ya que tiene una discapacidad en su brazo izquierdo. Su registro, de 625,1 puntos, quedó a algo más de un punto del tope mundial (626,6).

Los números son muy altos, pero Juan Saavedra se mueve en ellos con frecuencia. "En nuestra prueba, disparamos 60 tiros en la clasificatoria. Hasta 2012 puntuabas del 1 al 10, pero después, dividieron el diez en décimas. Y puedes hacer 10.1, 10.2... hasta 10.9, que es el disparo perfecto". De esta forma, el ideal sería un 654, un margen perfecto, todavía no realizado por nadie porque la modalidad es de extrema precisión. Así lo explica Saavedra al describir que "un diez es un botón, mejor dicho, como una moneda de un céntimo (10 mílimetros). Dentro de esa moneda, tienes que dar al centro de la moneda". Cada milímetro es una raya dentro de una diana, esa moneda de céntimo, a la que un tirador tumbado dispara desde una portería de un campo de fútbol con el blanco situado en la mitad de ese campo. Cuestión de ojo extremo y equilibrio absoluto.

Si ya la situación parece de extrema complicación, entran en juego factores meteorológicos. Si sopla el viento o llueve, las condiciones varían porque la bala, que es del tamaño similar a un balín, se desvía. "Apuntando al centro, haciendo un tiro perfecto, si sopla el viento, a partir de diez kilómetros por hora, ya te marcha al 10,3. Incluso he ido a competiciones con mucho viento y, de apuntar a un diez, e irte la bala al siete o al ocho", describe Saavedra. El efecto es similar al que describe "una flecha en el tiro con arco, pero a mucha más velocidad". Y ello obliga a compensar. "Si estas condiciones son difíciles, igual de apuntar al diez, tienes que hacerlo al nueve para que vaya al diez. Y, ¿cómo se hace? Pues, a ojo, no queda otra", explica Juan Saavedra.

Los trucos, las compensaciones y la serenidad se adquieren con el tiempo y la experiencia: "En los campos de tiro hay dos banderas para marcar el viento y tengo ido a algunos donde la primera marca en una dirección y la segunda en otra, por los remolinos y así...". Variantes que complican un deporte de dificultad extrema y para el que la experiencia es notable. Por ello, Juan Saavedra se siente en un momento de gran forma a los 47 años y espera seguir unos cuantos más porque "lo que te da la juventud, no sirve para compensar lo que te ofrece la experiencia. Observo a tiradores jóvenes que, en condiciones buenas, hacen grandes puntuaciones. Pero, en cuanto hay lluvia o viento, las puntuaciones se desploman".

El vigués analiza que esto, en gran medida, se debe a un aspecto mental. "Al final, entrenando apuntas al centro, a la perfección y tienes que ser muy fuerte psicológimente para engañar al propio cerebro y aplicar la compensación, disparar cuando apuntas a un sitio que, en teoría, está mal porque no es el centro", relata Saavedra.

El tirador de carabina tiene un notable trabajo con los disparos, pero también un "trabajo físico, de flexibilidad, de ejercicio aeróbico y de resistencia con gomas y pesas". Esto es porque "el arma pesa siete kilos y tienes que sostenerlo, durante una hora que puede durar una competición. Se hace duro y tienes que hacerlo sin moverte, con un trabajo de equilibrio perfecto. Hacemos ejercicios de fuerza, levantas algo y aguantas sin bajarlo hasta que te cansas". El gimnasio también es un lugar habitual para un deportista que, al contrario de lo que se pueda pensar, no es policia ni militar: "Soy consultor energético. No todos los tiradores son policías. De hecho, nuestro deporte, que es de extrema precisión, poco tiene que ver al trabajo de ellos".

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