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Cuando una carrera popular arranca con miles de participantes en su seno se mezclan todo tipo de atletas. Están las historias personales de superación, la motivación de cumplir un objetivo, el correr por placer o el hacerlo para superar miedos, fobias o superar enfermedades. Y, en cada submundo personal, entre las intrahistorias personales de los 4.382 atletas que terminaron ayer alguna de las modalidades de la Vig-Bay, se pueden trazar líneas mágicas que unen lugares tan distantes en el mapa como Riga, la capital de Letonia, con la ciudad de Oporto y una pulpería en la lucense Ronda das Fontiñas.
Allí es donde trabaja Tamara Amigo, la ganadora de la maratón, que difícilmente conocerá al alegre letón Dimitri Serjogins, un feliz fondista que encuentra la sonrisa en una carrera al borde del Atlántico tras disputar Europeos o Mundiales absolutos. A ritmo de vértigo sorprendió a todos con su aparición en una carrera que no conocía hace dos meses. Sí la tenía apuntada la lusa de Oporto Diana Sousa, que cumplió otro particular reto y se envolvió en la bandera de Portugal tras ganar en Baiona.
Y entre los nombres conocidos, muchos otros anónimos que finalizan en la posición décima, trigésimo cuarta o en la penúltima. Algunos cruzan la llegada caminando y, otros, al sprint. Hay maratonianos que gritan tras traspasar la meta como si estuvieran celebrando el gol de la final de la Liga de Campeones, mientras que algunas parejas se besan tras completar juntos la Minibay. Reto conjunto de amor y convivencia.
Son los que compiten, como también viven su particular maratón en el bar más cercano a la meta de la Vig-Bay, donde los cafés sin atender se acumulan en la barra. Los camareros sí que viven el ‘muro’ de la maratón. Colapso hostelero por el deporte. Y algunos atletas deciden contar sus impresiones antes de comenzar, la mayoría se asustan ante el micro y, también ante él, se vienen las lágrimas a los ojos de Rubén Pereira. Y se acuerda de su abuelo Moncho, de los dolores de cabeza que le dio en Gondomar en su niñez y de lo orgulloso que estaría ahora.
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