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La voz de Lucía Rodríguez suena cansada cuando descuelga el teléfono desde Alemania. Es solo una primera impresión. A medida que habla, su alegría inunda el auricular. Hace apenas unos días que hizo historia para el bádminton español en el Hylo Open de Saarbrücken, de categoría súper 500 -la tercera en importancia de la gira mundial-. La salvaterrense y su compañero, el granadino Rubén García, ambos de 21 años, consiguieron el primer podio de una pareja de dobles nacional en una prueba del World Tour. Y el único, al margen del fenómeno Carolina Marín. “Con 20-14, nos mirábamos... Un punto más, solo un punto más”, recuerda pensar la volantista de Salvaterra.
Ese tanto llegó para eliminar a los franceses Julien Maio y Lea Palermo en cuartos de final. Los terceros de Europa. “¡Qué acabamos de hacer!”, se repetían una y otra vez. Ya eran historia. Luego sucumbieron en semifinales. Poco importó. “¡Dios mío, qué felicidad! No podíamos parar de sonreir”, recuerda Lucía, que aún paladea tan mágico momento mientras señala a la segunda ronda como un momento clave: “Nuestros rivales nos habían ganado muy fácil la semana anterior. Así que cuando los eliminamos, fue como 'hostia, que son los 16 del mundo'. Una muy buena victoria. Nos impulsó”.
Lo cierto es que la doblista de O Condado y su compañero andaluz acababan de escalar una montaña que parecía inalcanzable. Es tan simple como que, antes de 2023, no se jugaban dobles en España. El proyecto en serio arrancó ese año, cuando Rodríguez y García ingresaron en la Blume. Antes, una entrenaba en Salvaterra y el otro en Granada y competían juntos en los torneos júnior. “Éramos muy amigos y sabíamos que íbamos a hacer muy buena pareja. Teniendo en cuenta nuestra edad, pensábamos en que si nos juntábamos, podía salir una cosa chula”, recuerda. A partir de ahí, la progresión fue constante hasta el premio gordo la semana pasada. “Es mi mejor resultado. ¡De cabeza, vamos!”, bromea.
No fue fácil. “Veníamos perdiendo en primera ronda en torneos de este nivel. En un 300 caímos en cuartos… Sentíamos que estábamos muy lejos y muy cerca a la vez de ese podio en World Tour, que era el objetivo a medio plazo”, reconoce Lucía. Misión cumplida. “Aunque no la esperábamos para nada, esta medalla nos da mucha esperanza”, confiesa con toda sinceridad.
Todo esto, sin perder la humildad. “Que hayamos sacado medalla en este torneo no significa que ahora seamos los mejores”, se apresura a apuntar. Sin embargo, sí que valora el crecimiento que está viviendo en el circuito con solo 21 años. “Nos vamos dando a conocer. Jugadores que antes nos parecían ídolos inalcanzables, ahora vienen, nos saludan y nos dicen buen partido”, dice. “Sientes que te respetan, que ya no eres una don nadie. Todas estas cosas dan confianza”, añade Lucía, que lo remata con una exclamación a juego con su logro: “¡Qué fuerte!”.
Desde que entró en la Blume en 2023, la modalidad invididual se terminó para Lucía Rodríguez. No es que no haya vuelto a competir, es que ni siquiera ha vuelto a entrenarla. En esta decisión confluyen varios motivos que incluyen el propio gusto de la jugadora salvaterrense, el proyecto del dobles de la Federación Española y, sobre todo, la posibilidad de alcanzar el cielo del deporte. “España nunca ha clasificado un dobles femenino ni mixto para unos Juegos. ¿Por qué no intentarlo?”, proclama la volantista de O Condado con la ilusión de cumplir el sueño de cualquier deportista.
“Yo lo veo mucho por ahí porque, siendo honesta, mejor que Carolina (Marín) no va a haber nadie”, reconoce Rodríguez con humildad, pero sin perder la ambición de alcanzar grandes cotas. “En individual puede ser algo más fácil clasificarte por tema de ránking, pero en cuanto a hacer historia...”, subraya.
En ese sentido, su entrada a la modalidad también ha venido acompañada de eso tan necesario y que tantas veces se olvida su importancia: ser feliz con lo que haces. “Siendo sincera, lo disfruto mucho más”, explica sobre el La volantista de O Condado aprieta el puño mientras su compañero trata de asimilar lo conseguido.
, del que destaca su riqueza táctica. “Es como un puzle”, señala, al tiempo que deja salir su entusiasmo sobre las particularidades que tiene con respecto al individual. “En el mixto, por ejemplo, el chico cubre la mayor parte de la pista y la chica se queda en la red. Pero hay muchas rotaciones distintas. Es apasionante ir encontrando soluciones”, revela Lucía, que más allá del propio juego, alude al espíritu deportivo. “Está guay celebrar una victoria con alguien con quien lo trabajas a diario. Lo paso mejor en pista”, concluye.
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