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La noche más corta del año bien merece la carrera más veloz del Circuito RunRun Vigo. Y para sentir el fuego de las hogueras, los deportistas de la Carreira de San Xoán no necesitaron esperar a la medianoche. Porque el infernal calor que azotó ayer Vigo no hizo excepciones con los 367 corredores que alcanzaron la línea de meta del Berbés, ocho kilómetros después de partir desde el Concello. Y a una velocidad de vértigo por el desnivel negativo del trazado y por el viento del sur que esquivaron los participantes en el primer tramo gracias a los edificios y que les impulsó en el segundo, por Beiramar adelante. En estas condiciones, Manuel Lorenzo y Andrea Iglesias volaron por la ciudad para adjudicarse sendas victorias, bien merecedoras de las sardinas que esperaban en meta.
En realidad, todos los que completaron la carrera se ganaron tan rico festín. Porque la dureza fue realmente alta. Las altas temperaturas y la velocidad convirtieron los dos últimos kilómetros en una tortura en la que era complicado hasta respirar. En medio de ese infierno, Manuel Lorenzo cruzó la meta en primer lugar (23:26) tras escaparse del grupo en el que transitó buena parte del trazado. Más de medio minuto más tarde entró el segundo, Sauud Al Zaabi (24:09), que precedió a Carlos Enrique Gutiérrez, tercero (24:13).
En cuanto a las clasificación femenina, la victoria de Iglesias fue todavía más incontestable. La única mujer que bajó de la media hora paró el crono en 29:14 tras una fantástica cabalgada en solitario que le encumbró como la más fuerte del caluroso descenso. Noemí Álvarez se adjudicó la segunda posición (30:41) y Laura Gallego completó el podio, ya muy lejos (32:03) de la ganadora indiscutible de la sexta prueba del circuito RunRun Vigo de carreras populares.
Pero más allá de lo alto de la tabla clasificatoria, hubo un poco de todo en una Carreira de San Xoán que alcanzó su trigésimo novena edición y cumplió 40 años -solo dejó de celebrarse en 2020 por la pandemia-. Historias de superación personal, algún que otro disfraz y, por supuesto, las clásicas sardinas a la brasa para recuperar fuerzas tras darlo todo cuesta abajo. Así saben mejor. Después se encendieron las hogueras y arrancó la noche más corta -y más mágica- del año. Las sardinas dejaron de estar en el asfalto para estar en el estómago a la espera de una nueva edición de esta clásica, en 2024.
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