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Por unas felices fiestas
CELTA
Esto de que te chafen las fiestas no gusta. Porque Balaídos quiso ayer festejar una y puso todo de su parte. Una pequeña, bien es cierto, porque la entrada fue la peor de lo que va de temporada, con apenas 13.247 espectadores en las gradas. Una consecuencia no medida de la novedosa franja de las 14:00 horas. Porque el celtismo también necesita comer y el equipo, por el momento, no es que alimente demasiado.
Los preámbulos fueron jubilosos. Las peñas y el club concertaron unos minutos previos al partido que querían aumentar el nivel de ánimo de los propios aficionados y del equipo. A eso de las 11:00 horas, ya hubo celtistas que se acercaron por la grada de Río Bajo para dar cuenta del chocolate con churros al que convidaba el Celta para entrar en calor en una matinal desangelada en lo meteorológico. En la zona de la grada de animación –que después se ganaría su nombre con creces– se pudieron avituallar las huestes célticas.
A continuación, tocaba recibimiento al autobús del equipo. No fue tan numeroso como en otras ocasiones, pero se suplió lo cuantitativo con lo cualitativo. Hubo cánticos a rabiar y de nuevo fueron protagonistas los botes de humo, que en los últimos tiempos han ido supliendo a las más peligrosas y luminosas bengalas. El único pero fue que parte de ese humo se coló en el interior del vehículo de los futbolistas. Aunque, bien pensado, tuvieron que protegerse mucho más los propios aficionados, que acabaron vitoreando a los suyos en el momento justo de entrar en Balaídos a pie.
Ya metidos en faena del partido, y después de vitorear al meta suplente Fran Vieites, la intensidad que le puso el equipo a los primeros minutos fue correspondida con cánticos, especialmente desde la grada de animación. Su último éxito –aunque ayer no fue el mejor día del protagonista– fue el "Hey Jude" variado con el nombre de Aidoo.
Hubo muchos minutos para celebrar, pero también los hubo para intentar reponer a los jugadores de los golpes recibidos con los dos empates del Mallorca. Y, por desgracia, una vez concluido el choque, volvió a haber tiempo para lamentar otra ocasión perdida. Mientras Rafinha y Pione caminaban lentamente hacia vestuarios todavía preguntándose cómo.n
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