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Kelliher lanza al Celta
OSASUNA 2 -1 CELTA
La salvación del Celta se hará de rogar. El equipo vigués encadenó ayer su quinta jornada sin ganar tras caer en su visita a un Osasuna envidiable, pues cuenta por virtudes todos los defectos –muchos– que arrastra el equipo vigués. Ni tan siquiera ponerse por delante pudo ocultar el desajuste de un partido mal planteado y mal ejecutado. El Mallorca puede poner el descenso hoy a un punto. Y sólo faltan dos jornadas.
Los goles no tienen por qué responder a merecimientos. Ni tan siquiera a intenciones. Tienen vida propia fuera de cualquier discurso futbolístico. Hay manera de llegar a él pero él también tiene su propia manera de aparecer. Eso convierte el fútbol en imprevisible, lo que favorece ligeramente el espectáculo y destroza profundamente los nervios de los amantes de la táctica. Pero también provoca que esos goles oculten realidades. Como el sol cegador del desierto, provocan espejismos.
Algo así le sucedió al Celta ayer en la primera en El Sadar. Deslumbrado por el gol de Santi Mina a los 11 minutos, pase mediante de Iago Aspas y ratificación externa del vídeo arbitraje, creyó que estaba jugando mejor de lo que lo estaba haciendo y que su planteamiento era el acertado. Pero esta vez se puso pesada la realidad y Osasuna acabó por imponer sus argumentos con enorme facilidad de palabra. Un discurso serio ante las frases sueltas célticas.
Variaciones tácticas
Para esos amantes de la táctica, lo realizado por los dos entrenadores y ejecutado por sus jugadores durante esa primera parte resultó entretenido. Óscar García Junyent, entrenador celeste, apostó por la línea de tres centrales esperando dos delanteros navarros. Pero Jagoba Arrasate, entrenador pamplonés, apostó por un solo punta y creó una línea de tres mediapuntas por detrás.
Ese desajuste entre las ideas de uno y de otro fue generando un proceso de movimientos de piezas en la que el técnico local pareció ir siempre una jugada por delante. El Celta tiró de 5-3-2 y, sobre todo, de 5-4-1, con Santi Mina trabajando en las bandas. Incluso, con la posesión, Óscar hacía adelantarse a Jorge Sáenz para igualar fuerzas en un centro del campo que el Celta no lograba controlar.
Más allá de los dibujos están los futbolistas. Y las conexiones entre ellas fluyen en un equipo como Osasuna, refrendado semana tras semana por los resultados y por su buen juego en esta temporada de regreso a Primera. En una precisa y bella acción por la banda derecha celeste, aprovechó el enorme potencial de Pervis Estupiñán, quien sacó un gran centro. El balón superó a Sáenz y fue cabeceado casi a placer por Enric Gallego.
El empate era justo por entonces y, a partir de ahí, comenzó a ser escaso para los merecimientos de los pamploneses, que en el corazón de su juego sitúan al excéltico Oier y en el lateral derecho al también excéltico Roncaglia. Las carreras de Mina cayengo hacia a la banda del argentino eran el único argumento ofensivo celeste. Así que tocó ponerse a defender y sufrir con los centros sobre el área locales. En la banda, Óscar García Junyent ya sabía que su disposición no era la adecuada y a la media hora ya tenía calentando a Bradaric y Nolito. Pero no quiso cambiar la apuesta hasta el descanso, cuando sentó a Jorge Sáenz para meter al gaditano. Antes, el equipo, al menos, había logrado mantener el empate.
El cambio le sentó bien al Celta. Durante el primer cuarto de hora de la reanudación, tuvo el balón y se situó en campo contrario. No es que pisase en demasía el área local, pero por lo menos estaba cerca y Aspas tuvo la opción de probar fortuna. Esta vez el espejismo tenía opciones de convertirse en realidad. El oasis en el desierto parecía tan nítido que renació la idea de sumar una victoria que dejase la permanencia prácticamente resuelta.
Pero Osasuna tiene fe en sí mismo. No le importa sufrir, porque conoce todas sus virtudes y la forma de explotarlas. Fue recuperando la intensidad defensiva haciéndose al nuevo perfil céltico. Y cuenta con la baza de Estupiñán y su capacidad para llegar y centrar. Iván Villar se empeñó en detener el peligro pero el partido ya estaba descontrolado desde el punto de vista celeste.
Las sustituciones realizadas, forzadas por el cansancio, fueron empeorando al equipo. La presencia de dos laterales por la derecha, con Mallo y Kevin, no sirvió para frenar a Estupiñán y Villar seguía ejerciendo de salvador en un centro de la defensa incapaz de aguantar el bombardeo. Osasuna encadenó ocasiones sin acierto. Y cuando el empate parecía un botín más que reseñable, un último centro sobre el área celeste fue peinado por Arnáiz adelantándose a Bradaric. Y Villar no hace milagros. Otro mal partido, otro mal resultado, otra jornada perdida, otra tensa espera a ver qué hace hoy el Mallorca. La verdad no tiene remedio.
Osasuna:
Sergio Herrera; Roncaglia (Nacho Vidal, m.67), Aridane, David García, Estupiñán; Roberto Torres (Kike Barja, m.85), Oier, Darko (Moncayola, m.85), Íñigo Pérez; Gallego, Adrián (Arnáiz, m.67).
Celta:
Iván Villar; Hugo Mallo, Joseph Aidoo, Néstor Araújo, Jorge Sáenz (Manuel Agudo 'Nolito', m.46), Lucas Olaza (Brais Méndez, m.84); Fran Beltrán (Filip Bradaric, m.65), Okay Yokuslu, Rafinha Alcántara (Kevin Vázquez, m.65); Iago Aspas, Santi Mina (Juan Hernández, m.71).
Goles:
0-1, min.11: Santi Mina; 1-1, min.23: Enric Gallego; 2-1, min.90: Arnáiz.
Árbitro:
Valentín Pizarro Gómez (comité madrileño), asistido por García González y Garrido Romero. El colegiado madrileño mostró amarilla Aridane y David García por parte de Osasuna y a Rafinha y Jorge Sáenz por parte del Celta.
Incidencias:
Partido correspondiente a la jornada 36 de Primera División disputado a puerta cerrada en el estadio El Sadar.
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