El Celta reacciona tarde, para su daño

Visto lo visto, el Celta tardó demasiado en reiniciarse. De la nada de una primera mitad calamitosa al algo de la segunda parte en que pudo empatar hubo una reacción. Pero tardía. De los severos problemas para la salida de balón que provocaron errores que ocasionaron goles en contra a la efervescencia creativa ocasionada por un cambio táctico –pivote entre centrales a doble pivote y, después, a 3-4-1-2 con los centímetros de Tucu de segundo delantero– efectivo pero tardío.

La salida de balón

Para ser un equipo que quiere presumir de cómo sale jugando desde atrás, el Celta tuvo demasiadas dudas en esta faceta. Y apostar por ella sin tener seguridad es brindar al rival un arma de enorme potencial si es capaz de ajustar una presión alta intensa. El Espanyol la hizo primero con tres hombres (Piatti, Gerard Moreno y Jurado) y muy cerca del área celeste para, después de desnivelar el marcador, bajar una veintena de metros y reducir la punta de lanza a dos (con Piatti más replegado en el centro del campo). El automatismo de meter a Stanislav Lobotka entre los dos centrales nunca dio ni confianza ni eficacia al inicio del juego. Pero se insistió en la idea en toda la primera parte, sin variaciones apuntadas por los propios futbolistas o desde el banquillo. Wass era el encargado de bajar para ayudar en la salida, pero tampoco lo logró. Sólo cuando el rival retrasó su posicionamiento unos metros y Iago Aspas se acercó a buscar el balón al centro del campo, la incomodidad celeste empezó a disminuir. Y lo hizo de forma definitiva cuando, tras el descanso, por fin se apartó a Lobotka de esa posición, situándose por delante de los centrales. Y, sobre todo, con la salida de Tucu Hernández, cuando el eslovaco contó primero con la colaboración del argentino y, después, de Wass.

La culpa de los errores

Los errores se asumen como algo consustancial al riesgo. Pero su reiteración puede provocar una inseguridad malsana en los defensas, concretamente en los centrales. Ayer, el fallo individual más sonoro fue el de Cabral, con la pérdida ante Piatti que precedió al tanto del ariete espanyolista. Pero la culpa de no es individual. No se puede pedir a los centrales o al pivote incrustado que filtre pases si la siguiente línea se esconde o está bien presionada. Cabral falla por intentar conducir, cansado de no encontrar caminos. Y esa falta de opciones de pase convierte en un jugador gris y asustadizo a Fontás, que debería ser clave en esta faceta. O los mecanismos de salida del Celta no funcionaban nada bien, o los de presión del Espanyol eran excelentes. Huele más a lo primero.

La efectividad, Maxi y Aspas

En las tres primeras jornadas de Liga, el Celta se había apoyado en la envidiable efectividad de Maxi Gómez. No necesitó tampoco una lluvia de balones para aprovechar hasta cuatro. Y, muy a menudo, aprovechó ya el primero y cuando el equipo todavía no había acumulado méritos. Ayer, en tal situación de pobreza, Iago Aspas no tuvo tal efectividad. El moañés disfrutó de dos claras ocasiones en medio del desierto celeste, una a pase de Pione y otra de Jozabed, pero no encontró la portería.

La banda de Hugo Mallo

Con Aspas ejerciendo de segundo delantero y Wass más pendiente de ayudar en el centro del campo, la banda derecha queda reservada para Hugo Mallo. El lateral, pese a no tener alma de extremo sino de defensa, tiene el despliegue físico necesario y la seguridad en el toque precisa para cumplir con dicha tarea. Cuando el equipo necesitaba una camino hacia la portería rival, él y sus centros lo dieron.

Al Celta le perjudicó un fuera de juego que no pudo ver

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