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Rugby

El vigués Marcos Muñiz milita en el Quesos y a los 32 años aspira a lograr su primer título

Marcos Muñiz carga contra un rival en un partido con el Quesos.
Marcos Muñiz carga contra un rival en un partido con el Quesos. | Sara Cabezas

Quesos Entrepinares de Valladolid es una marca de lácteos, como bien indica el propio nombre. Es convertido en “El Quesos” en el mundo del rugby porque desde tiempos pretéritos (salvo una época negra de la burbuja inmobiliaria) patrocina al VRAC pucelano, que pasa por ser el mejor equipo de España en las dos últimas décadas en el mundo del balón oval. Allí, a sus 32 años, recaló el vigués Marcos Muñiz en uno de esos giros del destino a los que nunca dejará de dar las gracias. “Me surgió la opción de venir a Valladolid y, claramente, la acepté. El cuerpo técnico es muy bueno, se especializan mucho y noto que hay jugadas nuevas para cada equipo en cada partido, que es algo que no pasaba en otros equipos. Es algo diferente a lo que viví en otros lados”, resume el pilar olívico.

Entró, cuando no podía pensarlo, en el mejor equipo de España. Un destino que se venia fraguando desde hace años porque “conocía a Diego Merino (el entrenador) de hablar con él ya desde la época de Vigo. En el tercer tiempo y así. Me llamó hace unos años cuando estaba en Barcelona, pero allí no se dio. El verano pasado, sí”, resume el vigués que tardó entre medio segundo y nada en decir que sí a la oferta pucelana. “Siempre quise jugar aquí antes de retirarme. Además, me rescataron del Ciencias, en el que venía de un año muy malo, con impagos y todo. Conmigo saldaron todo, pero esta temporada volvieron a tener problemas”, resume, sin querer entrar en más detalles.

Y es que disfruta en la ciudad castellana en el mejor equipo de España. En unos días, disputará la final de Copa del Rey y ya está en semifinales de la División de Honor tras ser líder de la liga regular. Un presente extraordinario y con minutos, con presencia en el campo, ya sea de titular o desde el banquillo. "El puesto de primera línea es de rotar mucho. Al jugar en los dos pilares, a mí me usó en las dos esquinas de la melé. Estuve de tres bastante tiempo por una baja de un compañero que ahora volvió. Los minutos que me pongan, yo los aprovecho. En nuestra posición, partir de suplente no significa jugar poco. Prácticamente, es jugar media hora o la mitad del partido. Esta demarcación es lo que tiene y está muy bien que se pueda rotar. Hay que entrar con energía", explica Marcos Muñiz.

Me rescataron de Sevilla y estoy en el mejor lugar; espero seguir aquí todo el tiempo que pueda"

Sabe que en el Quesos Entrepinares, “hay que ganar. Es una presión que se nota”. Se deja entrever en cada encuentro, pero también en cada entrenamiento. “Es un club muy profesional y la exigencia es alta”, amplía el primera línea. Tras formarse en Vigo, pudo consolidarse en División de Honor en el Barça y en el Ciencias sevillano antes de llegar a la capital del rugby español. Está en el Quesos, que siempre compite con El Salvador, su enemigo íntimo en la ciudad. “Jugamos el derbi y el campo estaba lleno. Se viven mucho estos partidos y los equipos se retroalimentan”, admite el vigués. De hecho, se cruzarán en la final copera el próximo 24 de mayo. Una rivalidad que se extiende por los rincones de la ciudad hasta el punto de que “la afición es una pasada y en Valladolid se conoce mucho a los dos equipos porque son grandes y referencia. No llega al nivel de que te reconozcan por la calle, pero si dices que juegas a rugby, saben bien lo que es, que hay dos equipos importantes y todo el mundo tiene un amigo o un conocido relacionado con nuestro deporte”.

Disfruta el vigués del día a día en unos años que deberían ser los últimos de su carrera, pero el tiempo y la vida le señalan que no hay que ponerse fechas. “Estaré aquí mientras pueda”, asegura. Y desea poder, por fin, “conseguir algún título”. Se encuentra en el mejor sitio posible. Eso sí, no se olvida del origen y admite que, el día que llegue “me gustaría volver a jugar en Vigo y retirarme allí. Pero quiero exprimir este momento, hasta que me dejen o me aguante el cuerpo, que siempre duele”.

La afición es increíble, en los derbis llenan el campo y en la ciudad se conoce mucho al club"

Son los dolores de muchos golpes, de muchas melés soportadas y de una vida en el oval, pero también aumentan las exigencias a medida que pasan los años. “Cada día te piden más cosas. Por ejemplo, en la selección te exigen hacer unas marcas en las pruebas físicas, pero también aguantar en melé, ‘touch’, ‘maul’. Hay que hacerlo todo y, después, correr más rápido. El rugby evolucionó mucho", admite el primera línea. El presente es más exigente para los ‘gordos', como cariñosamente se conocen a los pilares. Necesitan sus cuerpos grandes para soportar las fases estáticas, pero cada día hay que correr más. “Es lo que ves en un Seis Naciones y, al final, esto es el reflejo de la élite”, resume.

La aventura con España

Marcos Muñiz llegó a la selección a los treinta años, jugó unos partidos y terminaron las convocatorias el pasado verano cuando se quedó fuera de la gira por Samoa. “Me llamaron a los entrenamientos, pero después no me llevaron. Hubiera sido una buena despedida”, todavía se lamenta el vigués. Admite que con el nuevo seleccionador, Pablo Bouza, terminó su periplo porque “fui a alguna convocatoria con él, pero busca preparar un equipo para el próximo Mundial -en 2027- y es normal que lleve a gente más joven”. Una situación que es pura realidad, pero también el pilar olívico describe que “no voy a decir que soy mejor que los que van ahora porque no sería verdad. Quizás a mí me llegó tarde, pero lo disfruté”. Y, además, se muestra dispuesto a repetir: “Si me vuelve a llamar, yo aquí estoy para ir”. Y es que en Valladolid, en su mejor momento, resume que “nadie podía saber que iba a tener la carrera que poseo ahora”. La disfruta.

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