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Por unas felices fiestas
Carla Barciela. Jugadora y entrenadora viguesa de pádel en Suecia
Carla Barciela (Vigo, 37 años) encontró en Suecia el lugar ideal para dedicarse al pádel de forma profesional como profesora y entrenadora. Desde este verano milita en el Padel Crew, de la ciudad de Helsingborg.
¿Cuántas pistas tiene su club?
Tiene 35. Son 32 normales, de las que cuatro son individuales y hay tres exteriores que, obviamente, se utilizan tres meses al año. Este es el segundo club en el que estoy y es diferente al que empecé cuando llegué.
¿Cómo apareció la oportunidad de ir a Suecia?
Llevo en este club desde junio porque me ofreció mejores condiciones y creo que, a la larga, era mejor para mí. Dispone de mejores jugadores y un concepto de academia más interesante. Surgió la opción, en su día, porque me llamó un hombre que estaba de entrenador principal en mi antiguo club. Él es gallego, aunque no nos conocíamos. Buscó referencias, ya que necesitaban una mujer que había estado en el World Pádel Tour. Me llamó y le dije que vale, aunque mi nivel de inglés era totalmente básico.
¿Cómo se organiza?
Trabajo unas horas por la mañana y, después, por la tarde en las academias. Eso sí, salgo más temprano de trabajar que aquí, porque allí todo se hace antes. Hay días en los que la primera clase es a las siete de la mañana, pero la última, como mucho, es a las 20:00. Más que eso, mi vida no cambió mucho más a nivel de rutinas. Sigo entrenando y trabajando en el pádel. Eso sí, ahora empiezo a trabajar de profesora en un colegio internacional y estoy muy contenta. Así hago más cosas y la rutina será trabajar por la mañana en el cole y, por la tarde, en el club.
Va a tener muy poco tiempo libre.
Sí, sí, así será. Pero para mí, es lo habitual. Creo que si tengo tiempo libre, me comería las uñas. Buscaré planificarme y, la verdad, el tiempo libre que puedo tener lo uso para entrenar o para jugar al pádel. Además de dar clases, también juego torneos con el club.
¿Cómo se vive el pádel en Suecia?
Durante el covid se dio un ‘boom’. Empezaron a abrir clubs y, en la actualidad, sí que hay una pequeña crisis porque hay muchas más pistas que gente que jugaba porque ahora se vuelve a la vida normal. Aún así, en Suecia juega casi todo el mundo. Creo que hay más gente sénior jugando que en España. Me refiero a gente de 60 y 70 años que juega. Es la principal diferencia porque en Galicia sí que no se veía tanta gente de esas edades en las pistas. Y, después, también hay muchos niños.
Le llega la oferta de trabajo y se va casi sin conocer el idioma, ¿cómo fueron esas primeras semanas?
Tras llegar a Suecia, tenía dolor de cabeza todos los días. Intentaba estar muy pendiente y entender todo, hasta el punto de llegar un momento en el que colapsaba. Esos primeros meses sí que me centré en dar clase y ahí la terminología la adquieres porque, al final, es repetir los mismos conceptos todo el rato. Después, sí que me costaba más mantener una conversación fuera de la pista, pero ahora sí que va bien.
¿Cómo son los suecos en la pista?
Creo que son más competitivos que en España. Hasta el punto de que, cuando llega la hora, ayudar al recogepelotas a ordenar todo para comenzar en el minuto exacto y tener toda la hora de la clase, sin perder un minuto. Sí que es verdad que muchos vienen de jugar al tenis y, cuando empiezan con el pádel, son muy agresivos. Desean atacar todo el tiempo y tardan este tiempo de adaptación.
¿Le costó ese primer año con temperaturas tan bajas?
Lo que más me costó fue la oscuridad y esa oscuridad en los días libres. Cuando estoy en el club, da igual. Pero sí que los viernes por la tarde, sábados y domingos, que estoy libre, llegas a las 15:00 horas y es de noche. Y ya no sabes si comer, si cenar, si dormir… Ahí sí que me costó. Y, después, en verano, a las 4 de la mañana es de día. Por eso, los meses de diciembre y junio, sí que me cuestan. Es por la oscuridad y por la luz. Por la nieve o el frío no tengo problema.
¿Cómo es el circuito de torneos?
Está muy bien, lo hacen todo a lo grande. A las jugadoras nos tratan como estrellas del World Padel Tour porque hay entrevistas, fotografías, humo en las presentaciones. Hay masajistas, máquinas de recuperación… Está todo muy bien montado y es una circuito que sería como al nivel estatal de España, sólo que en Suecia vive mucha menos gente. Son ocho torneos y, después, un máster. Está creciendo y ahora están entrando muchas jugadoras jóvenes hasta el punto que, desde octavos de final, ya es difícil ganar partidos. En ediciones anteriores, hasta las semifinales no había oponentes duros. También son buenos los premios. La verdad es que fue algo que me sorprendió al llegar. Me recibían con humo, entrevistas… Parecía famosa. Para ellos es un espectáculo y, ahora, también en Dinamarca comienza a entrar el pádel con fuerza. Ahora es donde más crece.
Esto hace que si hay una pareja buena allí, tampoco tiene esa urgencia por ir al World Padel Tour.
Claro. Por ejemplo, para gente como yo, que ya no aspiro al World Padel Tour, es un lugar ideal. Y, después, los suecos apoyan mucho sus torneos y a sus jugadores con patrocinios. Y eso también ayuda.
Y ahora juega con una gallega, Carla Rodríguez Sánchez.
Es medio gallega y medio nortemericana y su novio es de Dinamarca. Me contactó por Facebook y me preguntó si me apetecía jugar. Y sí, le dije que sí porque, además, yo estaba cambiando mucho de pareja. Es más joven que yo y comenzamos en septiembre. Ya ganamos torneos y la comunicación es mucho mejor. Estoy muy contenta porque en la pista nos entendemos muy bien. Y las rivales no nos entienden, que es positivo.
¿Tiene previsto volver a Vigo?
Por ahora, no. El invierno es duro, pero tengo calidad de vida y todavía debo mejorar mi inglés. Incluso estoy aprendiendo ahora sueco. Un año o dos todavía me veo en Suecia. A aprovechar la experiencia.
Cuando se fue y al marcharse sola tras una vida en Vigo, ¿se lo pensó mucho?
Fue un poco locura personal. Estaba controlado, desde el punto de vista que iba con contrato y con un lugar de residencia. No era ir a la aventura laboral a aprender inglés, pero sí que era un riesgo por ir sola y porque no conocía el idioma. Al final sientes: “Yo soy inteligente en mi país, quiero decir algo y no tengo ese vocabulario”. Después, una vez que lo pasas, es simpático porque tienes muchas anécdotas. Pero, en el momento, no es tan sencillo.
¿Cómo es andar con coche en Suecia?
Tenemos ruedas de invierno, de nieve. Y, después, el día más peligroso es el primero, que te puedes deslizar. A partir de ahí, ellos tratan muy bien las carreteras, con sal y más medidas. Yo estoy en el sur, que tampoco es estar al norte del país. En mi ciudad estamos a unos -8 grados.
Al menos, en Suecia tendrá bastantes visitas de amigos.
Sí, sí. Pero en invierno nadie quiere venir. En junio, todo el mundo. En ese mes, la verdad, se vive muy bien en Suecia. Es muy bonito y hay cosas que hacer, pero en invierno, prácticamente no puedes estar en la calle y oscurece a las 14:30. Y, después, cuando vienen, aunque yo trabaje, ya les hago el planning de visitas. Tienes que ir aquí, allí, y allá. Toma las llaves y hasta la vuelta. No queda otra.
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