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El pasado sábado ya no se le va a olvidar más a Elsa Pena. A sus 21 años, la guardesa logró su primer título de campeona de España absoluta. Lo hizo en Calahorra y en la modalidad de triatlón cross, que implica bicicleta de montaña y carrera a pie por un terreno no pavimentado. “No me lo esperaba”, confiesa con sinceridad.
Pero, a veces, el cómo se consigue un logro es incluso más bonito que el logro en sí. Fue el caso. La triatleta miñota encontró en la colaboración con su gran amiga y excompañera en el Fluval de Lugo Ivette Sánchez un factor diferencial en su medalla de oro. Porque Pena salió tercera del agua y segunda de la transición. Gracias a su poderío sobre la bici, poco tardó en rebasar a la líder. Entonces, apareció por detrás su colega. Traguito de agua y charla. “Hablamos y decidimos que teníamos que tirar juntas para sacar el mayor hueco posible”, recuerda.
“Dimos relevos a todo gas para sacar el mayor hueco posible y tener aire a pie; nos salió redondo”
Dicho y hecho. Como en una buena escapada de una carrera ciclista, la colaboración entre ambas fue acompasada, coordinada y sin regatear en el esfuerzo. Perfecta. “Es que nos conocemos mucho”, apunta sonriente. Por eso, aunque no sea del todo común en BTT, se pusieron a “dar relevos a todo gas” mientras que la distancia aumentaba. “Como si fuese una bici de carretera, tal cual”, reconoce Elsa, que en aquel momento tuvo claro que todas sus opciones pasaban por esa determinación junto a su colega. “Hablamos de dejárnoslo todo ahí para poder tener un poco más de aire a pie. Las dos tenemos una bici potente, pero por detrás venía gente que corre mucho, bastante más que nosotras”, confiesa.
El caso es que la receta funcionó. Cuando terminó el segmento, ambas aventajaban a Elena Díez en casi un minuto y medio. Pero no había tiempo para relajarse. “Cuando nos bajamos, nos dijimos que a tope y que cada una diera lo que tenía”, explica. Lo cierto es que, en esta ocasión, Elsa tenía más. Paso a paso sobre la hierba y con un ojo puesto en esquivar algunos agujeros, la guardesa corrió hacia su primer oro estatal de categoría élite. Sacó 1:04 en meta a su amiga, que entró casi desfallecida, con Díez pisándole los talones. Pero con la plata, al fin y al cabo. “Nos salió redondo”, confirma Pena. Allí mismo se desató la alegría y la emoción. Era campeona de España gracias a la fuerza de la amistad.
La inmensa alegría que Elsa Pena sintió por la mañana como campeona de España de triatlón cross tuvo su lado amargo por la tarde en el acuatlón. Después de estar en el antidoping hasta las 16:00 y comer a toda velocidad para tomar la salida a las 18:00, la guardesa fue objeto de un desafortunado incidente dentro del agua. “De dos años para aquí, las nataciones son cada vez más agresivas”, explica.
El caso es que, al llegar a la boya, Elsa sintió como alguien agarraba su pierna izquierda y tiraba de ella con un movimiento giratorio. Inmediatamente, sintió un crack. “Casi no me pude poner la zapatilla en la transición y al echar a correr, a los 200 metros la pierna falló y me fui al suelo”, recuerda.
Su acuatlón cross había terminado. Una ambulancia tuvo que asistirla y el diagnóstico fue claro: luxación de cadera y distensión parcial de ligamentos de la rodilla. Unos días después, la evolución es buena con tratamiento de fisioterapia. El problema es no haber podido competir con normalidad por algo así. “Quiero pensar que no fue a propósito, pero hubo que tirar fuerte para provocarme algo así”, expresa la triatleta miñota, que pese a ese final agridulce, se fue de La Rioja como campeona de España.
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