Beti Piñeiro, Sola y en compañía

Traineras

La remera canguesa obtuvo su tercera Concha consecutiva con el barco de Arraun Lagunak

Beti Piñeiro levanta el brazo sostenida por dos familiares tras la dispua de la prueba donostiarrra.
Beti Piñeiro levanta el brazo sostenida por dos familiares tras la dispua de la prueba donostiarrra.

Una palada más. Beatriz ‘Beti’ Piñeiro (Cangas, 9 de abril de 1998) se exprime en el club de Samertolameu en el remoergómetro. Y quedan una o dos series más de sufrimiento, mientras en el enero de las Rías Baixas la lluvia se cuela por el portón o rebota en las ventanas. Es la soledad de la moañesa, pero no está exenta de ambición. Ganar y volver a ganar en verano cuando suba, una vez más, a la trainera de Arraun Lagunak. Llegó el momento en la Bandera de la Concha: “Estuve llorando al terminar la regata, me emocioné mucho porque hubo mucha gente en la regata. Siempre digo que la de 2023 la disfruté mucho porque fue la primera, pero creo que en esta lo pasé todavía mejor, ya que, a mitad de regata, me sentía campeona”, explica la morracense unas horas después de conquistar su tercera bandera de la Concha. Todas seguidas con el barco donostiarra y en un verano en el que, al igual que en 2024, hicieron doblete tras adjudicarse la Liga Euskotren. “Cada año se supera más la celebración. Si el pasado dije que la plaza de la Constitución estaba llena, esta temporada todavía estaba un poco más. Cada vez más gente de Donostia nos apoya y son más conscientes de que hay una trainera de la ciudad que pone el nombre de San Sebastián en lo más alto”, relata la canguesa, que entrena en el club de Samertolameu hasta el mes de junio y que se muda al País Vasco para formar parte de una trainera que domina con mano de hierro las dos últimas temporadas.

“Creo que es la unión que tenemos, que somos una familia. Somos pocas, pero estamos juntas, como una familia, y tenemos una gran ambición. Ya lo ganamos todo, pero siempre queremos más. No nos cansamos, nos presentamos en el primer día de la temporada con el objetivo de ganar y hasta que no lo conseguimos, no paramos”, explica la canguesa sobre el funcionamiento de la tripulación que domina el mundo del remo en banco fijo.

La victoria en Donostia del pasado domingo resultó clara, por siete segundos de renta sobre Tolosaldea, que se unía a los diez de la primera jornada. Un triunfo holgado, que permitió saborearlo mucho a un grupo de mujeres deportistas que parece no tener límite. “No se puede saber si tenemos techo o no. Siempre se puede mejorar, todavía somos una tripulación joven y podemos dar más en los próximos años. Casi todas estamos entre los 24 y los 27 años. Estamos en el mejor momento físico. Los números los vamos mejorando temporada a temporada y esperamos elevar el nivel”, explica la canguesa. Y añade que “el entrenador siempre nos dijo a lo largo de la temporada que éramos mejor tripulación que el pasado curso y así se veía en los test y en los números que hacíamos”.

Estuve llorando tras la regata, me emocioné mucho porque había un montón de gente”
Puedo organizarme, soy más libre; pero el 95% de los entrenamientos los hago en solitario”
Siempre se puede mejorar, somos una tripulación joven y podemos dar más en los próximos años" — Beatriz Piñeiro - Remera canguesa triple ganadora de la Concha con Arraun Lagunak

Lo que sucede es que remar en la Bandera de la Concha ante más de 100.000 personas no es nada sencillo. La presión se nota, pero Arraun Lagunak llegó a los momentos clave con ese punto de sincronización óptimo para hacer navegar el bote a máxima velocidad, casi deslizando por el mar bravo de la bahía donostiarra. “Había tensión porque daban un mal día, que puede favorecer las remontadas”, explicó Beti Piñeiro sobre el pasado domingo y añadió que “las sensaciones fueron realmente buenas. Especialmente las dos últimas dos semanas, en las que notamos que el barco dio un cambio tremendo. Fueron quince días en los que remamos la tripulación que después estuvo en la regata y nos dio un plus”. Lo que todos buscan, pero solo los mejores encuentran.

A esta situación de felicidad llegó la canguesa tras un curso de mucho trabajo y, en gran medida, en solitario porque optó por centrarse en los estudios y en entrenar a uno de los equipos de cantera de Samertolameu. De forma que tenía la ventaja de ser “más libre porque puedo organizarme. Pero es cierto que es exigente estar sola en los entrenamientos. Así, también me paso el año volando porque entrenaba yo, dirigía a las niñas e iba a las clases en la universidad”, relata la remera. Además, señala que los entrenamientos son duros, un poco diferentes a los de Galicia: “Llega un momento de la temporada en que es complicado unirme a los veteranos o los sénior porque las sesiones no tienen nada que ver. El 95% de las sesiones fueron en solitario”.

El remoergómetro, la máquina indoor, pasó a ser su inseparable compañera y “es el mejor amigo y el peor enemigo. Según el día. Pero creo que todos lo odiamos un poco", admite. En su transcurrir, no obstante, tuvo muchos momentos positivos porque aprovechó el año para pegar un notable avance a sus estudios. “Saqué las asignaturas que me quedaban de primero y todas las de segundo. Creo que hice unas catorce materias”, señala. Todo resuelto antes de mudarse en junio a Donostia para afrontar la campaña y pasar de ver a sus compañeras de vez en cuando a hacerlo de forma diaria: “Tenía muchas ganas porque se me hizo largo”.

Beti Piñeiro ondea la Bandera de la Concha junto a su equipo tras acabar la regata.
Beti Piñeiro ondea la Bandera de la Concha junto a su equipo tras acabar la regata.

Una vez allí, disfrutó de los títulos, sufrió en cada entrenamiento y recuperó la fuerza grupal. Desea seguir al máximo rendimiento, pero sabe que la vida, más que el potencial físico, es el único freno que puede tener Arraun Lagunak: “El club me lo pone fácil para compaginar todo bien. El día de mañana, cuando toque trabajar, igual no me puedo permitir remar a este nivel o tan lejos de casa. Por eso, agradezco al club porque me lo pone fácil. Cada año que pasa, las compañeras tienen otras prioridades y es algo que dificulta el poder juntarnos desde el invierno”.

No faltó la fotografía con la bandera de Samertolameu al terminar la regata en Donostia porque “estoy muy agradecida. Me permiten entrenar a las niñas, que es algo que siempre quise hacer, además de entrenar todos el año en sus instalaciones sin ningún coste. Es algo fundamental para mí”.

Es la vida de la morracense en la élite del remo. A los 26 años, está en su mejor momento y dentro de la mejor trainera existente en la categoría femenina. Un presente que buscará prolongar al máximo, mientras avanza en su formación universitaria en el deporte y tras apartar su puesto de enfermería por su verdadera pasión, que es el remo. Eso sí, para tener la recompensa de ondear la inmensa bandera de la Concha pasa mucho tiempo en soledad en el invierno de las Rías Baixas, en esos días de lluvia y remoergómetro tras enseñar a las jóvenes del club moañés a manejar un remo.

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