Beatriz Gándara: "La escalada es mi forma de convertir algo muy malo en algo muy bueno"
La viguesa Beatriz Gándara irá en un mes al Mundial cinco años después de sufrir un ictus
Dice el acervo popular que cuando se cierra una puerta, hay una ventana que se abre. Como tantos refranes, tiene mucho de autoafirmación. De motivación para seguir. Porque nadie quiere sufrir un ictus ni padecer las secuelas que entraña. Tampoco Beatriz Gándara. Pero lo pasó. En octubre de 2018, en su casa de Vigo, su habla falló, la fuerza de la parte izquierda de su cuerpo se volatilizó y su rostro se torció. Un portazo en su vida. Pero un camino interrumpido no es el final del trayecto. Tal como Víctor Jara pedía abrir la ventana para que el sol alumbrase en todos los rincones de la casa, esta viguesa de 43 años dejó que la luz de la escalada inundase el siguiente párrafo de su historia tras aquel punto y aparte de hace casi cinco años.
Desde ahí, a los campeonatos. “No siento que sea competitiva”, afirma con toda sinceridad en el rocódromo del Grupo Alud, en el que entrena tres veces por semana. “Lo que me gusta es el ambiente que lo rodea. Ya es mi forma de vida”, sostiene. De este modo, Bea se proclamó campeona de España el año pasado en categoría RP2 -con falta de fuerza y movilidad en dos extremidades-. El título es lo de menos, porque en su categoría solo compite ella. El escenario cambiará el mes que viene. Gándara disputará su primer Mundial. Será en la ciudad suiza de Berna. “Después de todo lo que me pasó, es una oportunidad y un orgullo poder decir que voy. Es una recompensa”, reflexiona. “Voy a darlo todo, pero tampoco tengo muchas esperanzas. Es algo muy grande para mí”, expresa con humildad.
Y aunque la emoción de vivir algo así es notable, lo que motiva a Bea para seguir adelante no es la competición, sino la esencia de este deporte, al que llegó incluso antes del ictus. Por eso, aún en el hospital, lo tuvo claro. “Le pedí a mi familia que me llevase a una charla sobre escalada adaptada. Es donde vi la oportunidad”, recuerda. A partir de ahí, trabajó con un fisio neurorrehabilitador y cuando su recuperación alcanzó un momento óptimo, volvió al rocódromo.
Allí la esperaba Joel. Fue su entrenador antes del ictus. Lo fue después. Lo sigue siendo. Allí, junto a su pupila, recuerda el “reto” que le supuso trabajar con ella. “Era algo nuevo para mí entrenar a una persona sin fuerza ni movilidad en un lado de su cuerpo. Fue un proceso de ensayo-error, de aprender a entender cómo funciona su cuerpo con esa limitación”, explica el técnico del Grupo Alud en las instalaciones del club, donde se preparan hasta 120 personas de diversas edades y capacidades. Para todas, Bea es una inspiración. “Es que tiene una fuerza de voluntad terrible. Gracias a ella, podemos decirle a todo el mundo que no hay que quejarse, que no hay ninguna limitación para realizar ningún deporte”, añade.
La ventana de la escalada, que Gándara ya había explorado, se abrió de par en par. Y esa luz alumbró una mejoría física y cognitiva espectacular. “Me ha proporcionado un bienestar físico increíble y una mejora muy importante de las secuelas. Empecé a escalar por eso y por eso sigo”, comenta sonriente. “No puedo parar. Y cuando me he visto forzada a hacerlo, lo he notado claramente”, reconoce.
Y toda esta mezcla de deporte como vehículo de una recuperación, como fuente de salud y como mecanismo socializador a través de la competición da como resultado el cóctel de la vida. La de Bea, claro. Pero, también, la de todas aquellas personas en su situación que necesitan un asidero. “Hay una parte importante, que es la de la visibilización”, reconoce la viguesa, que se confiesa tímida y poco amiga de las apariciones mediáticas. Pero las asume. “Si alguien puede aprender de esto, cómo no voy a ayudar”, añade con sinceridad. Porque, al igual que cualquiera, Bea nunca habría querido que se cerrase la puerta de su etapa anterior. Pero una vez bloqueado el paso, solo queda abrir ventanas para seguir avanzando. “Es mi forma de convertir algo muy malo en algo muy bueno”, concluye, mientras la luz entra y escala hacia la cima.
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