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Años de vivencias, de goles, de ascenso, de descensos, de victorias, de derrotas, de felicidad y de disgustos. Todo forma parte de la historia del Balonmano Porriño -Conservas Orben Zendal con los patrocinadores-, que mañana vivirá un capítulo especial: el debut en una competición europea con la eliminatoria ante el Brixen Sudtirol italiano en la European Cup. Una jornada única que se alcanzó tras muchos años de trayectoria en la que convergen jugadoras como Noemí Gilsanz, Anita González, Iris Sanjuán, Sarai Samartín e Iria Benaches. Pasado, presente y futuro de la entidad louriñesa que vivirán esta semana un día especial. Algunas soñaron con poder disputar un partido similar y otras sí podrán hacerlo. Serán encuentros especiales, para la memoria eterna de la entidad.
Noemí Gilsanz llegó en 1988 al Porriño en la edad infantil y por influjo de “mi tío Julio (Gilsanz), que es el que nos metió a todos en el balonmano”. Precisamente, será de los pocos que no podrán disfrutar el partido al fallecer la pasada primavera. Sí estará en la grada la exjugadora y en la pista su hija Iria, de 17 años, y que ya entra en las convocatorias del equipo de Isma Martínez con regularidad. “Es un sueño poder disfrutar de un partido así”, describe la joven.
Serán días para el goce de toda la familia de la entidad porque tuvieron que pasar más de tres décadas para llegar a este punto. “El equipo actual me encanta. Se mantiene la base y los resultados están ahí”, indica la mayor del grupo, Noemí Gilsanz, de 46 años. En su caso, vivió el primer ascenso de la actual estructura aunque “hubo otro en el 74, que no había nacido". Después, con el Balonmano Porriño actual, se consiguió alcanzar la División de Honor en 1997. “Fue algo imborrable para mí. Aparte de ser un ascenso a División de Honor, lo conseguimos de manera épica porque teníamos que ganar en el último partido de 13 goles y así lo hicimos. El pabellón estaba abarrotado y todavía lo recuerdo hoy en día. Se me pone la piel de gallina”, describe.
En la fotografía posa con la camiseta de aquella época, con Terrazos Riego como patrocinador principal. Tuvo un paso por el Gijón antes de dejar el balonmano en O Porriño, aunque allí ya coincidió con Anita Rodríguez, de 36 años, que llegó a la entidad en 2004 y permaneció en ella hasta 2014. En su trayectoria tiene otro momento relevante y clave porque protagonizó el regreso a la máxima categoría en 2011. “El ascenso a División de Honor fue la cumbre. Recuerdo llegar al equipo con 16 años y en él había gente que me llevaba muchos años. La experiencia fue totalmente nueva y lo máximo fue el ascenso ocho o nueve años después. Era el tercer entrenador que tenía la plantilla. Estaba Abel Estévez, que llegó con decisión y con ese objetivo de ascender. Disputamos dos años la fase de ascenso y lo logramos al segundo intento", describe.
En la actualidad, continúa ligada al Porriño porque “es parte de nuestra vida. Mi hijo está en prebenjamines y yo, tras dejarlo, seguí entrenando hasta que me quedé embarazada. No fallo a los partidos”. En las pequeñas historias de su trayectoria cuenta con un poco de humor que “estaba con mi compañera Paula Fernández, que es como mi hermana, calentando. Hacíamos un poco el tonto y me hice un esguince. Me cayó una bronca bestial de Abel Estévez, que era mi entrenador en aquella época, y con razón”.
Era un año en el que ya compartía escuadra con Iris Sanjuán, la guardameta canterana que, a sus 30 años, lleva tiempo retirada por una dura lesión de rodilla. “A los 23 lo dejé y estuve dos años fuera del balonmano, lo necesitaba”, asegura. Pudo regresar para “ser una aficionada más y, si el trabajo lo permite, estaré como una más en la grada porque todavía hay compañeras que juegan con las que compartí equipo y también entrené a otras como Iria Benaches, que ya va a partidos con el primer equipo. Para mí, el Porriño siempre será mi equipo".
Una de las jugadoras con las que compartió vestuario Iris Sanjuán fue la actual capitana de la primera plantilla, Sarai Samartín, de 29 años y que debutó en la División de Honor con 16 y con la camiseta de la fotografía: “La tengo bien guardada y a mano, fue un momento muy especial para mí”, admite la mosense. Pasó por diversos momentos y, en la actualidad, “estamos recogiendo el fruto a mucho trabajo. Pasamos por buenos tiempos tras el ascenso, después por otros más difíciles en los que peleamos por no bajar. Ahora, disfrutamos de todo lo conseguido”. Por todo ello, para una jugadora que entró en la entidad en 2003, “jugar en Europa nos permite pasar un poco a la historia. Ya lo hicimos con la cuarta posición en la liga. Me siento muy contenta de poder formar parte de esta plantilla”.
Iria Benaches, hija de Noemí y de 17 años, llegó al club porque “mi madre me obligó a jugar. Hacía gimnasia y un día me apuntó. Pasé todo ese día de morros con ella, pero me enganchó”, admite. Ahora, que combina equipo juvenil, filial y primera plantilla, asegura que “hay que darle la razón”. Podrá debutar contra el Brixen Sudtirol en la Copa Europea. “Es un sueño, hay jugadoras que estuvieron muchos años para alcanzarlo y para mí es un privilegio”, argumentó.
Una vez reunidas, las jugadoras que cubren 30 años de la historia del Porriño destacan que poco tienen que ver los noventa o el equipo del ascenso con la actualidad. Las cosas mejoraron para bien porque “las jugadoras ahora tienen contratos y cotizan en la seguridad social por algo que les lleva mucho tiempo”, explica Iris Sanjuán.
Noemí Gilsanz rememora que en el ascenso del 97, “éramos todas de Galicia, de la zona y amateurs. Cada una tenía sus estudios o su trabajo. De aquella, fue una hazaña porque no había extranjeras. Comenzó a venir alguna cuando llegamos a División de Honor". Una situación similar a la que vivió Anita Rodríguez: “Cobrábamos algo, pero todas teníamos trabajo o estudiábamos. Éramos un grupo de amigas que se propuso ascender y pudo hacerlo. Ahora, se encuentran en una época muy bonita, con un gran equipo. La nuestra también lo fue y la disfrutamos”.
Poco a poco, con el tiempo, evolucionó la División de Honor y lo hizo especialmente enlos últimos años al profesionalizarse las plantillas. Eso sí, el debate se mantiene abierto sobre el nivel del balonmano español porque “cuando ascendimos jugaban en la liga deportistas que después fueron al extranjero”, expresa Anita Rodríguez, mientras que Samartín, que vivió toda la evolución matiza que “en los últimos años, volvió a incrementarse el nivel de la liga”.
En todo caso, el Conservas Orbe Zendal Porriño tiene mañana y el domingo la European Cup. Una cita histórica para jugadoras actuales e históricas. Estarán presentes en la grada o en la pista, pero todas -y muchas más- en primera persona. Día histórico.
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