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Las capitalizaciones alcanzaron los 13,5 millones de euros, ocho de ellos de Caixanova y Mouriño
La ampliación de capital que el Celta aprobó en la junta extraordinaria de accionistas celebrada el pasado 29 de septiembre se saldó con cifras dispares en las dos vías alternativas para hacerse con acciones del club. La opción más exitosa fue, como era de esperar, la que permitía a los acreedores de la entidad capitalizar deuda. El club aumentó capital en 13,5 millones de euros merced a las compensaciones de crédito realizadas por Carlos Mouriño (7,7 millones), Caixanova (5,5 millones) y la empresa Play International BV (2 millones), así como los tres millones que convirtieron en acciones acreedores de menor entidad. Sin embargo, el resultado de la ampliación de capital por aportación dineraria fue más bien cómico, puesto que el Celta sólo fue capaz de vender nueve acciones a sesenta euros cada una, por lo que el capital social aumentó por esta vía unos escasos 540 euros.
Consecuencias En cualquier caso, más allá de los apuntes anecdóticos, el caso es que la ampliación ha tenido y tendrá consecuencias determinantes para la vida económica del club. En primer lugar, porque el capital social aumenta a 22,6 millones de euros y el reparto disminuye el tanto por ciento que domina Carlos Mouriño o, lo que es lo mismo, el actual consejo de administración celeste. El presidente controla ahora el 25,8%, mientras que antes poseía el 39,8% de las acciones del club. La diferencia es que hasta la fecha no tenía problemas para sacar adelante todas sus propuestas en las asambleas de la entidad, pero ahora podría no contar con la mayoría suficiente si Caixanova llegase a un acuerdo, por ejemplo, con el grupo que lideran el ex céltico Diego Placente (a quien pertenece el porcentaje perteneciente a Play International) y el abogado vigués Pablo Viana. Pero la consecuencia más importante es que, tras la ampliación, el Celta vuelve a estar en causa de disolución, al tener unos fondos propios que no alcanzan los dos tercios de su capital. El club había logrado salir de esa causa a fecha de 30 de junio por primera vez en ocho años. Para volver a conseguirlo, se ha visto obligado a proponer una reducción de capital que se tendrá que aprobar en la próxima junta de accionistas, que se celebrará el 29 de diciembre en el Centro Social Caixanova. El resultado de la misma será que el capital social del Celta pasará de 22,6 a 3,7. Esto es, cada acción, que antes valía 60 euros, tendrá ahora un valor nominal de 10 euros. Los porcentajes se mantendrán igual, pero la inversión realizada en el club tanto por Carlos Mouriño como por Caixanova y el grupo que lidera Diego Placente quedará ahora en la nada. No obstante, la propuesta todavía tiene que ser aprobada en la junta de accionistas y el abogado Pablo Viana ya ha advertido que se están planteando impugnarla, aunque si no se aprueba puede suponer la desaparición del club.
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