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El Celta se quedó sin su cuarta final de la Copa del Rey porque no supo imponer su estilo en Mendizorroza, lo que sí consiguió al Alavés. El choque se decidió en la segunda parte, en la que los locales hicieron valer su capacidad de brega frente a un equipo vigués incapaz de combinar y que desapareció del centro del campo pese a jugar con cuatro medios. La responsabilidad atenazó a los jugadores celestes en Vitoria.
Con los mismos onces
Celta y Alavés afrontaron el partido de vuelta de la semifinal de Copa con los mismos onces que la semana pasada empataron sin goles en Balaídos. Berizzo alineó el equipo más sólido posible, con cuatro centrocampistas –Wass en la derecha del ataque–, los cuatro defensas titulares esta temporada, Sergio en la portería y Iago Aspas en punta. Por su parte, Pellegrino sólo utilizó a dos de los futbolistas que fueron titulares el domingo frente al Sporting de Gijón: el guardameta Pacheco y el central Feddal. Los otros dos jugadores que pisaron el césped de El Molinón, Deyverson y Manu García, lo hicieron durante poco más de 20 y 10 minutos, respectivamente, por lo que ambos conjuntos llegaron frescos el choque.
Dominio alterno
El Alavés no se mostró tan defensivo como en el choque de ida en Balaídos, pero tampoco se descuidó atrás, mientras que el Celta intentó llevar la iniciativa, pero guardándose también las espaldas. El resultado, en la primera parte, fue un dominio alterno con pocas ocasiones y ningún gol. Iago Aspas dispuso de las dos mejores para el Celta, un remate dentro del área en el minuto 10 que Pacheco desvió a córner de forma providencial, y un intento de vaselina tras un error de Theo que se le escapó por encima del larguero. Los locales tuvieron un disparo de Deyverson desde fuera del área que salió desviado a los cinco minutos y un golpe franco directo de Ibai que tocó el larguero por arriba con Sergio Álvarez ya batido.
En el centro del campo
El partido y la eliminatoria se decidieron en la segunda parte y en el centro del campo. Pese a jugar con cuatro medios, el Celta desapareció de la zona ancha tras el descanso frente a un Alavés que impuso su estilo, el de la brega continua. El equipo de Berizzo se vio desbordado por los locales, no pudo combinar y ahí empezó a perder el encuentro y el pase a la final de la Copa del Rey.
Edgar Méndez impone la lógica
El Alavés se adueñó del partido con el paso de los minutos y empezó a generar ocasiones de peligro. Sólo la falta de puntería y las intervenciones de Sergio Álvarez impidieron que el equipo vasco resolviera antes. En el 64, Sergio salvó al Celta al detener un disparo a bocajarro de Ibai y en el 66 Deyverson disparó alto cuando se había quedado solo ante el portero. Pero en el 81, tres minutos después de entrar en el campo en sustitución de Toquero, Edgar Méndez impuso la lógica con una jugada personal facilitada por un error en cadena de la defensa celeste y el 1-0 subió al marcador. Pero más que el gol, eran las sensaciones las que condenaban al Celta, que estaba igualmente a un solo tanto de meterse en la final pero no parecía capaz de generar juego para conseguirlo.
A la desesperada
El Celta trató de arreglar su desastrosa segunda mitad en los últimos diez minutos y a la desesperada. Entraron Guidetti y Rossi y se colgaron balones al área. Hasta Sergio Álvarez subió a rematar un córner y una falta, pero el partido y la final ya estaban perdidos.
Mateu Lahoz no influyó en el juego ni en el resultado
Siempre histriónico y dialogante hasta la exasperación, Antonio Miguel Mateu Lahoz completó, sin embargo, un correcto arbitraje y no influyó de ninguna manera en el resultado del partido.
El árbitro valenciano siguió el juego de cerca, aplicó con buen criterio la ley de la ventaja y acertó en jugadas dudosas, como una mano de Feddal en el minuto 55 en el área del Celta antes de rematar a puerta o un fuera de juego de Wass a pase de Iago Aspas, aunque el remate del danés se había ido fuera. El único error del colegiado, más bien de su juez de línea, se produjo en el minuto 85 al señalar un fuera de juego de Deyverson cuando el delantero del Alavés partió de su propio campo cuando su compañero dio el pase. En cuanto a las tarjetas, amonestó a Feddal y a Iago Aspas por un enfrentamiento sin balón, no vio una patada sin pelota de Deyverson a Hugo Mallo y perdonó sendas amarillas a Roncaglia en el minuto 22 por una falta y a Manu García en el 40 por fingir una caída en el área.
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