La Xunta cataloga dos árboles singulares en la Villa Termal

La directora de Patrimonio Natural acompañada por el alcalde visitó ayer los Jardines Históricos de Mondariz Balneario para conocer los dos ejemplares protegidos

El ‘Criptomeria ’ mide  27,8 metros de alto, 3,60 de perímetro y una copa de 5. A la derecha, los dos “Alciprestes”.
El ‘Criptomeria ’ mide 27,8 metros de alto, 3,60 de perímetro y una copa de 5. A la derecha, los dos “Alciprestes”.

La recuperación arbórea de los Jardines Históricos del Balneario de Mondariz es un proyecto que iniciaron los Peinador y al que dio continuación el alcalde, José Antonio Lorenzo, que ayer, durante la visita al municipio de la directora de Patrimonio Natural, Belén do Campo, recibió la confirmación de que la Xunta incorpora al Catálogo Galego de Árboles Singulares, una ‘Criptomeria Japonesa’ y unos ‘Alciprestes de Portugal’. Ejemplares que la directora tuvo la oportunidad de conocer y que son “los primeros que consiguen tal consideración en el Concello de Mondariz Balneario tras haberlo solicitado el gobierno local, además de ser las primeras incorporaciones aprobadas por la Xunta en lo que va de 2023. .

Acompañada por el alcalde, Belén do Campo explicó que para considerarlos árboles singulares se tuvo en cuenta tanto su significación histórica y cultural como los valores estéticos y paisajísticos que atesoran. La ‘Criptomeria japonesa’ tiene 27,8 metros de altura, 3,60 m de perímetro y proyección de copa de 5 metros. Está situada junto al palco de la música del Jardín Histórico de la Villa Balnearia, de titularidad municipal y es un árbol que ya aparece registrado en la documentación fotográfica más antigua del Balneario por lo que se trataría de uno de los pocos ejemplares que perduran hoy en día desde los momentos iniciales del jardín, datado entre 1873, año de creación del Balneario, y 1900. Y los ‘Alciprestes de Portugal' son dos ejemplares singulares que crecieron juntos, con menos de tres metros de distancia entre ellos, una altura de 20 y 23 metros y 2,80 y 2,14 m. de perímetro, respectivamente. Tienen sus copas entrelazadas y constituyen un testigo vivo de la introducción y uso de las coníferas en los espacios ajardinados de Galicia, hacia el último tercio del siglo XIX.

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