Sela, permanente estación fantasma

Transporte

La parada ferroviaria de la parroquia de Arbo, a orillas del río Miño, movilizó solo 23 viajeros en todo el 2024

Publicado: 21 feb 2025 - 07:05 Actualizado: 21 feb 2025 - 09:50

Uno de los trenes Vigo Ourense  a su paso ayer por la estación de Sela, donde tampoco recogió ni dejó ningún pasajero.
Uno de los trenes Vigo Ourense a su paso ayer por la estación de Sela, donde tampoco recogió ni dejó ningún pasajero. | Jorge Santomé

Una estación sin pasajeros deja de convertirse en estación para convertirse en algo icónico (e incongruente) de la zona. En un lugar de reunión donde, muy de vez en cuando, se escucha el paso de un tren. La estación de Sela, en Arbo, va camino de ello. Situado en la orilla del río Miño, su aspecto desangelado ya advierte que no son muchos los pasajeros que allí toman el tren. Concretamente, 23 en todo el año 2024. A ritmo de dos por mes de 727 trenes que por allí pasaron. Sin embargo, no es la menos concurrida de Galicia: en Barra de Miño, también a orillas del río, esta vez en Ourense, tan solo se registraron cinco usuarios el año pasado.

La entrada al andén, con grafitis y una puerta que lleva años sin cerrarse.
La entrada al andén, con grafitis y una puerta que lleva años sin cerrarse. | Jorge Santomé

Por su vía (una sola) transcurre el Regional que conecta Ourense y Vigo de forma diaria. Ida y vuelta. El nulo tráfico de pasajeros hace que, obviamente, no exista ningún regidor de ADIF, ni tan siquiera una taquilla donde comprar el pasaje. Tan solo un espacio interior de unos pocos metros donde luce una ventana cerrada al público y un cartel informativo de Renfe, de aspecto reciente. Todo ello acompañado de muchas telarañas en las esquinas del lugar y dos puertas abiertas, algo oxidadas, con pinta de no haber sido cerradas en los últimos años. Lógico, no tienen manija. Ya en la entrada, una puerta complementaria a la estación, posiblemente utilizada como almacén, indica el paso del tiempo con su deterioro y dos botellas de vino a sus pies llenas de polvo. El parking, para aproximadamente cinco vehículos, está vacío, como era de esperar. Tan solo se muestra algo de vida en una de las casas adyacentes y en una especie de bodega varios metros arriba. El resto, un lugar bonito pero fantasmal. Tan solo el canto de los pájaros señala que es un lugar de paz y sosiego.

En el propio andén aparece musgo y algo de maleza, consecuencia de tener tan cerca el río y la playa fluvial. Un casco de botella indica quem en ocasiones, es una zona utilizada para que jóvenes de la zona realicen un peculiar botellón. En las papeleras también hay restos de cerveza. A un lado, un manzano poco cuidado tiene en sus pies varios frutos visiblemente podridos. En el otro, una pequeña edificación, presumiblemente perteneciente a la red ferroviaria, que se encuentra engullida por la maleza. Y en su acceso lateral, un pequeño portal abierto, ya imposible de cerrar: especies vegetales puntiagudas se han apoderado de él. Algunas baldosas del acceso a las vías se encuentran rotas y desgastadas y grafitis no muy exitosos adornar las paredes de la infraestructura, que no alcanza los 15 metros de largo. Hasta tres bancos se encuentran instalados allí, aunque parece que hace mucho que no son usados.

El interior, pequeño y de aspecto desangelado.
El interior, pequeño y de aspecto desangelado. | Jorge Santomé

En un momento, el tren hace acto de presencia. Con lentitud, limitado por el estado de la vía. Aunque no sea lo habitual, se detiene, esperando a que alguno de sus pocos pasajeros baje o se incorporen más a los vagones. Pero nada de eso sucede. Después de eso, prosigue su marcha hacia Vigo-Guixar. Otro día más que no se baja nadie, pensará el conductor de la estación fantasma. Y es que a menos de cinco kilómetros se encuentra la de Arbo, ya más concurrida y céntrica con 562 pasajeros. Sin necesidad de callejear por calles estrechas para llegar a ella, como sucede con la de Sela. En un contexto donde el tren de cercanías es inexistente en Galicia, estaciones como la de la parroquia de Arbo ayuda a que todo el rural esté conectado. Que se lo pregunten a las 23 mencionadas personas a las que, tal vez, lo que menos le importe es el aspecto de la estación. Horacio Gil, alcalde de Arbo, aseguró que mantuvo conversaciones con ADIF para reajustar horarios y hacer el paso del tren más competitivo, pero que la empresa ferroviaria ha denegado la petición ante la poca actividad existente.Por tanto, Sela seguirá intentando sobrevivir al paso del tiempo.

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