Los abandonos de perros crecen: 3.000 en un año en la provincia
Las protectoras aseguran que suben los casos de personas que no encuentran alquileres que acepten mascotas
Los abandonos de perros no cesan. Las principales protectoras del sur de la provincia no han notado ninguna mejoría con la Ley de Bienestar Animal y aseguran que cada año los abandonos son más numerosos. El año pasado calculan que en toda la provincia la cifra podría superar los tres mil animales. Eso sí, ya no son dejados a su suerte en la carretera o atados a un poste, ahora “suelen llamarnos para decir que no pueden seguir haciéndose cargo del perro”, explican desde la Protectora del Morrazo. Los motivos que aducen son variados, pero en los últimos tiempos abundan las personas en alquiler que no encuentran viviendas donde permitan tener una mascota, separaciones e incluso fallecimientos del dueño.
La situación de los refugios es “estar siempre al límite. Abarcamos más de lo que podemos”, explica la presidente de Biosbardos, que en agosto del año pasado tuvo que cerrar las puertas a nuevas entradas “porque era imposible asumir más”. Tras el alivio que significaron las adopciones, en la actualidad acogen a unos 200 perros y otros tantos gatos repartidos por toda una red de casas de acogida, al no contar con un espacio para los felinos.
En la protectora de Tui las cosas no son mucho mejores. Con 72 perros en las instalaciones de Aloia y otros 40 en acogidas, están hasta arriba. Las adopciones no se prodigaron y el resultado fue que el año pasado “no fueron ni la mitad de las habituales. La gente está retraída con las nuevas leyes”. Además, la cercanía con Portugal hace que los casos de abandonos transfronterizos no sean raros, a lo que se suman las camadas indeseadas “que es un grave problema. Habría que obligar a castrar a todas las perras y así se evitaba este problema, que parece que no tiene solución”.
En la pequeña protectora Tú Eres Nuestra Ayuda las perspectivas son poco halagüeñas. “Los abandonos no disminuyen y además, en el caso de Vigo, tenemos el problema de los alquileres. La gente no encuentra viviendas donde acepten su animal”, explica Ana, responsable del refugio. El resultado es que “tienen que llevarlos a protectoras o a la perrera”. En estos momentos acogen a un perro cuyo propietario se encuentra en situación de calle después de que vendieran el piso donde vivía, no encontrar nada que pueda pagar y donde admitan a su mascota. Además, hasta ellos llegan casos de “gente con problemas, como pueden ser mujeres maltratadas, ya tuvimos algunos casos, que no quieren abandonar a sus animales y que no pueden llevarlos a los pisos de acogida”.
Una situación similar se ha vivido en Aloia, donde recogieron una perrita que trajo consigo una familia procedente de México y que iba a ser acogida en una vivienda donde no les permitían tener a su mascota.
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