Entre Oriente y Occidente
La Peña Celtista Afouteza Nipón y la de Nueva York nacen a miles de kilómetros de Vigo con la vocación de promulgar el celtismo y sus valores asociados por Japón y Estados Unidos
Entre Vigo y Tokio hay aproximadamente el doble de distancia (10.767 kilómetros) que entre Vigo y Nueva York (5.300). Sin embargo, un emblema de la ciudad olívica es el epicentro entre ambas metrópolis. O, al menos, de una pequeña parte de ellas. Porque el nacimiento de dos peñas celtistas en ambas urbes ejerce de nexo de unión entre dos mundos tan distintos. Entre Oriente y Occidente. Será que algo tiene el Celta.
Esa diferenciación parte desde el propio concepto de las agrupaciones. La Peña Celtista de Nueva York, que el pasado 12 de agosto pasó a tener carácter oficial, nació como consecuencia del deseo de varios gallegos emigrados que deseaban encontrar afines con quien compartir una pasión que no conoce fronteras. La Peña Celtista Afouteza Nipón, con una docena de miembros, surge de la afición al equipo vigués de su presidente, japonés sin ligazón alguna con Vigo.
Shimpei Shimada está enamorado del fútbol desde su infancia. Soñó con ser Maradona y creció en un país sin demasiada afición por el fútbol hasta la irrupción de la serie de anime Campeones, que abrió las puertas a que las ligas europeas llegasen a la televisión nipona. El famoso gol de Mostovoi al Madrid en el 98 impactó a Shimada. “Es el partido de mi vida”, resume desde Tokio. Desde entonces, su interés por el Celta no ha dejado de crecer. Tanto, que vivió dos años en España, durante los que fue abonado. “Siento que Vigo es mi segunda ciudad. Me encanta la cultura de Galicia, su comida… Merece ser conocida por mucha gente”, expresa, sobre su vocación de difundir celtismo allá donde nace el sol.
Al otro lado del mundo, en Nueva York, el vigués Dani Clemente -el popular Celtista en NY, en Twitter- llevaba años queriendo encontrarse con otros aficionados del Celta, para sufir juntos en el margen izquierdo del Atlántico. Fue Andrés Dono el que impulsó todo el papeleo para hacer carne ese deseo. Así nació la peña neoyorquina, que tiene unos 20 miembros, aunque aspira a finalizar el verano con el doble. A diferencia de la agrupación japonesa, el perfil mayoritario aquí es el de gallegos emigrados. “Siempre se agradece poder ir a ver los partidos con otros celtistas porque al final allí estás solo”, reconoce en su ciudad natal, donde pasa unos días de vacaciones.
En el restaurante Tomiño -los dueños también son peñistas- de Little Italy han establecido su centro neurálgico los peñistas neoyorquinos. Y allí tratarán de disfrutar juntos de los partidos, siempre que sea posible. Y es que en una ciudad tan descomunal no es tan fácil como que amigos de Teis, Coia y Bouzas se encuentren en el Náutico. “Había que escoger un sitio y el más centrado es Manhattan”, explica Dani. “Alguno se tiene que desplazar casi 50 kilómetros y pagar 12 dólares de peaje por cruzar el puente”, explica en referencia a un miembro de Nueva Jersey, que ya es otro estado. “También queremos que quien venga de turismo sepa que tiene un sitio donde ver los partidos”, añade.
Un objetivo difícil de lograr en Japón por los horarios. Sin embargo, Shimada cree que el espíritu de cantera del Celta es perfectamente aplicable en el crecimiento del fútbol japonés. “Es la filosofía que debemos implantar para dar el salto al siguiente nivel futbolístico", sostiene. Motivaciones varias y mundos distintos. Pero todas ellas con el Celta como nexo de unión entre Oriente y Occidente.
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