Dadme un Borja de apoyo
Celta 2-1 Leganés
El Celta hirió el entramado táctico de un buen Leganés con el delantero santiagués y sumó el noveno triunfo en casa
En un partido más de casis que de enteros. En uno de esos duelos que esta temporada gana Balaídos y se pierden fuera. En una jornada en la que se hizo menos de lo que se quiso y de diferente manera. En un mediodía que apuntaba a tonto, el Celta encontró un punto de apoyo para mover su mundo: Borja Iglesias. El delantero santiagués dio sentido al juego propio y dinamitó el cuidado entramado del Leganés, un equipo de orfebre, más que de entrenador. Marcar más goles, probablemente, fue lo único en lo que fue claramente superior el conjunto vigués a su rival. Basta para sumar tres puntos, estirar a cinco las jornadas sin perder y, según sonrían más o menos el resto de marcadores, asentarse en la mitad alta de la clasificación.
Claudio Giráldez, técnico celeste, fue él mismo al elaborar el once. Jailson Marques llevaba 20 jornadas sin ser titular; Damián Rodríguez, once. Los dos aparecieron en un equipo que acumulaba mucho buen pie, tal vez pensando en una posesión continua que no fue tal en la mayoría del tiempo. Porque el Leganés no pareció un equipo defensivo ni agobiado por la clasificación. Prefirió posicionarse lejos de su área y fue el primero en acercarse a la rival. Con una línea de cinco atrás, en la que apareció el ex céltico Renato Tapia, y dos mediocentros hiperactivos como Cissé y Neyou. Pero, sobre todo, con un Juan Cruz que enseguida explotó el punto débil de la defensa celeste, la banda izquierda. Donde Óscar Mingueza sufría y Marcos Alonso demostraba, tal vez por primera vez esta temporada, que es humano y tiene días no inspirados.
Buscaba el Leganés la última línea con velocidad para obligar a Carl Starfelt y Marcos Alonso a pelear los balones por arriba. Y, a partir de ahí, construía con criterio y celeridad. Mientras, el Celta se buscaba a sí mismo, tratando de dar sentido al escalonamiento de Damián Rodríguez y Hugo Sotelo, este último más rodeado y, por lo tanto, más incómodo. En esa tesitura, y pese a la reaparición en el once de Iago Aspas, el camino más certero siempre fue el faro de Borja Iglesias. Y no para quedarse el balón, sino para lanzar a sus compañeros, especialmente a un Alfon que se supo buscar los espacios.
La primera estrategia en dar resultado fue la del Leganés. Porque a Alonso se le escapó Cruz en el enésimo uno contra uno. Un mal despeje hacia atrás se convirtió en un pase hacia el atacante visitante, que esperó hasta la llegada al área de su compañero de banda Rosier para ceder atrás. El carrilero diestro marcó.
No eran minutos cómodos para el Celta, todo lo contrario. Porque el balón parecía peleado con los pies de los célticos, que además resbalaban más de la cuenta. Y sin precisión, hallar caminos entre el entramado táctico del Leganés pasa a ser una labor demasiado ardua. En ella estaban los célticos cuando un resbalón rival vino en su ayuda. Marcos Alonso lo aprovechó para asomarse al área y entre Alfon y Mingueza, con una pared sencilla, encontraron el gol del empate. El catalán volvía a ver portería tras haber marcado en las jornadas dos y tres. El daño llegó antes incluso que la herida.
Fue el mejor momento del partido para los locales. Y Borja Iglesias reinó. Iago Aspas, con su inteligencia natural, enseguida entendió dónde estaba la ventaja, acercándose a Damián y Sotelo para poner orden y concierto en la circulación. A base de balón, los locales lograron hacer recular al bloque madrileño, al que le costaba encontrar sus salidas espídicas.
Pudo culminar la remontada el Celta con un penalti señalado de Brasanac a Iglesias, que además acarreraba la expulsión del central del Leganés. Pero el vídeo arbitraje corrigió de forma acertada y el equipo vigués se quedó sin el cuarto penalti seguido a su favor en otras tantas jornadas. En varios encuentros fuera de casa, el conjunto celeste ha dejado escapar esos minutos de dominio sin hacer daño, sin ir más lejos en la primera vuelta en Butarque. Pero no fue el caso. Porque los mediocentros y Aspas jugaron con el balón hasta que el moañés le descubrió un nuevo espacio al esférico. Donde reinaba Borja Iglesias, que controló y giró sus 187 centímetros para lanzar a Alfon entre centrales. El albaceteño controló y marcó con el mismo pie. Remontada justo antes del descanso. Otra más al calor de la grada de Balaídos.
Lo malo es que ese subidón no se mantuvo en el arranque de la segunda parte, en la que el Leganés volvió a hacer daño. Explotando siempre su banda derecha. Acabó el partido con una docena de disparos a portería, por los siete del Celta. Eran necesarios retoques y Giráldez tiró de lo conocido: Fran Beltrán e Iker Losada. Pero de nuevo faltó precisión para aprovechar que el rival cada vez adelantaba más su posicionamiento. Tal fue la tendencia de la segunda mitad porque el conjunto céltico no conseguía inquietar con balón y el marcador dejaba todo abierto. Moriba y Javi Rodríguez salieron para evitar el chaparrón. Y, ya al final, Pablo Durán dio respiro a Borja Iglesias. Porque enfrente, Borja Jiménez adelantó primero a Tapia y después pasó a línea de cuatro con valentía -Óscar Rodríguez de lateral izquierdo-. Lo más reseñable, sin embargo, fue un gol anulado a Durán por fuera de juego. El resultado da sentido a un irregular partido. La novena victoria en casa. Todo un aval.
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