Conciencia de clase
Balaídos cumplió en el ánimo y se acordó de Ourense en llamas
Si alguien pecó ayer de exceso de confianza, no fue el celtismo. O, al menos, la parte de él que acudió a Balaídos. Fueron más de 20.400, a los que hay que añadir un centenar de seguidores del Getafe -sí, existen-. Con una mezcla de sentimientos: las ganas del reencuentro, la extrañeza de un fútbol con horizonte por la ausencia de grada en Gol y la tristeza por los incendios que asolan Ourense estos días. “Dor e Rabia”, se leía en las camisetas de los jugadores locales al salir al campo. “Xunta culpable, lume nunca máis”, se cantó desde Marcador nada más comenzar el partido.
Fuera de esta tristeza, alegría. La que protagonizó Pablo Otero poco antes del arranque cuando culminó ante el estadio su reto de unir a la carrera la Illa de Arousa con el templo del celtismo. Fueron 70 kilómetros en los que iba contando con compañía, aunque nada comparable al gran recibimiento a su llegada.
Ya dentro, el estadio presentaba algunas novedades. Como las nuevas localidades habilitadas entre Marcador y Río y en la parte baja de este último graderío. O el club Sky en el fondo. Más Sky que nunca con su metacrilato. Pero, sin duda, lo más diferente era la ausencia de grada en Gol. De grada y de pancarta gigante. Lo que dejó un fútbol con horizonte y propició que un grupo de aficionados sin entradas -porque se agotaron- se apostase en la zona del río a atisbar el partido de lejos.
Todos predispuestos a celebrar una victoria que no llegó. Agosto dará dos oportunidades más.
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