El Celta empieza con empate ante el Benfica (2-2) y Aspas siendo clave

El Celta abrió la pretemporada sin lujos pero con su segundo once igualando la desventaja del primero ante el Benfica

Publicado: 14 jul 2024 - 12:28 Actualizado: 15 jul 2024 - 09:41

El ferrolano Álvaro Carreras trata de frenar a Jonathan Bamba en el choque de ayer en Águeda.
El ferrolano Álvaro Carreras trata de frenar a Jonathan Bamba en el choque de ayer en Águeda.

Pues un resultado apañado para un experimento cogido con pinzas, como corresponde a estas alturas de año. El Celta empató ante el Benfica en Águeda su primer amistoso de pretemporada, en el que Claudio Giráldez empleó dos equipos distintos. El segundo, con un 0-2, enmendó el 2-0 en contra del primero.

En el intento de algo que son las pretemporadas, desesperantes por definición, el Celta estrenó verano en Águeda ante un Benfica más fuerte y más rodado -su Liga comienza una semana antes y justo el viernes ya había disputado un amistoso- para ir tartamudeando su discurso de este año. Que, en la base, tiene la misma gramática que el del final de la pasada temporada, con aquellos diez partidos de salvación con Claudio Giráldez en el banquillo. No hubo traición ni evolución, con un dibujo habitual -tres centrales, dos carrileros, dos centrocampistas y tres atacantes- y una idea similar. Aunque fuese a base de intención más que de ejecución. El técnico quiere probar cosas para verlas él mismo y para que el club las vea.

El Benfica contaba con el apoyo de la grada y se centró antes, tal vez por esa previa jugada el viernes -5-0 al Farense-. El Celta balbuceaba apenas acciones de salida de balón desde atrás y de presión alta. Sin los ajustes precisos y sin la energía necesaria. Esa sensación de llegar siempre un poco más tarde que el rival. Lo que le sucedió a Jailson, ayer central por la derecha, cuando trabó a Aursnes al borde del área por dentro. Era el minuto 11 y Pavlidis, que apenas cinco minutos antes estuvo a punto de despeñarse por las escaleras de los vestuario del tendido campo de Águeda, marcó el penalti pese al buen intento de Iván Villar de detenerlo. El marcador pasa por ser secundario en estos duelos de pretemporada. Pues el conjunto vigués perdía secundariamente nada más empezar.

La cuestión es que el Benfica tampoco está para enormes esfuerzos. De ahí que el Celta empezase a encontrar más el balón y descubriese que futbolistas como Mingueza, que había salido por el lesionado Ristic, Beltrán, Hugo Sotelo, Bamba o Alfon González estaban por el campo. Esbozos para evitar bostezos. Pero el toque de calidad lo encontró el Benfica a través de Neres y de Pavlidis. El primero halló con sutileza el agujero en el aglomerado de centrocampistas y defensas celestes y el segundo agradeció el pase con una gran definición ante Villar. Dos goles en contra antes de la media hora. Nada inasumible por el contexto en una calurosa tarde.

Lo trascendente seguía siendo empezar a pergeñar automatismos. Cuesta cuando sudas. El más acertado de los atacantes era Alfon González, apareciendo con desmarques y con acciones de habilidad cerca del área benfiquista. En una de ellas, Anastasios Douvikas -que tenía un duelo de delanteros helenos con Pavlidis- probó fortuna y el rechace de Samuel lo aprovechó Sergio Carreira para volver a probar la fortaleza del meta portugués, que respondió al doble reto con cotundencia. Un disparo lejano de Carles Pérez que de nuevo encontró al guardameta luso fue todo el bagaje ofensivo celeste hasta el descanso.

Tras él, los dos equipos cambiaron la totalidad de sus jugadores, convirtiendo un partido en dos minipartidos. El segundo comenzó espeso, anodino. El Celta mantenía la misma apuesta con otros nombres y el Benfica pasó de un 4-2-3-1 a un 4-3-3 en un retoque poco apreciable. Nada se movía y nada pasaba. Hasta que apareció sobre el campo Iago Aspas, el único de los jugadores de campo celestes que aún no había salido. Lo hizo en el minuto 68; marcó en el 69 aprovechando un error defensivo del Benfica. El aire moañés espabiló a los suyos, que por fin encontraron verticalidad. Swedberg halló espacios y Aspas halló a Swegberg. Hugo Álvarez, acostumbrado a su carril, apareció bien y su centro se benefició de una defensa lusa errática que permitió, primero, disparar a Aspas y, a continuación, a Pablo Durán -ejerciendo de nueve-, que marcó de disparo cruzado. Las sensaciones ya eran mejores por la teoría de los vasos comunicantes. Y el marcador repartía méritos y deméritos. No se empezó con borrón. A seguir.

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