Al Celta B no le llegó el toque a rebato en casa

El Celta B empató porque no mereció más. Ni menos. Ante un Ourense que merece mucho más de lo que le está dando la clasificación.

Las victorias dan un punto de arrogancia. De pensar que el destino es incapaz de jugarte una mala pasada. Por sensaciones previas, el Celta B debería jugar con más tranquilidad que un Ourense CF reconstruido en pleno proceso de encendido. Pero un observador ignorante de la clasificación no intuiría esa diferencia de salida entre los dos contendientes en el familiarmente estrecho campo de Barreiro.

Con Capdevila y Antañón en el centro del campo, el filial apostaba por conectar con limpieza con sus hombres de ataque, una meta que apenas alcanzó en la primera mitad. Porque el Ourense demostró empaque físico y táctico. Capaz de defender en campo propio pero también valiente en la presión alta para impedir que la salida de balón local fuese sencilla y hallase esa última conexión buscada. Tuvieron los celestes un par de aproximaciones de inicio, más en transición que en posicionamiento alto, y se encontró con Álvaro Ratón. Después, todo se igualó.

Los parones frenaban un ritmo que el segundo equipo celeste nunca alcanzó, realmente. Y el Ourense, pese a la lesión de Yuste, fue creciendo al ver que no sufría atrás. Amin -grandes duelos con Meixús y Joel- daba verticalidad a la espera de que Omar o Guerrero lo acompañasen. Lo hizo más desde la banda izquierda el ex céltico Hugo Sanz, con excepcionales centros de zurda, ya sea a balón parado -con numerosos saques de esquina que denotaban el cambio de tendencia del encuentro- o en juego. Y de diestra no le iba a la zaga Jerín con sus balones al área. En el último cuarto de hora de la primera mitad, los visitantes superaron en ocasiones a las que habían tenido los locales. La diferencia entre el segundo y el penúltimo era nula.

La primera mitad sirvió para recordarle a los célticos que no hay nada escrito. Y quiso demostrárselo a su entrenador enseguida con dos ocasiones seguidas derivadas de sendas acciones individuales de Hugo González. De nuevo Álvaro, ante Arcos, y el larguero, tras zurdazo de Antañón, evitaron el tanto.

No fue el punto de inflexión que buscaba el filial todavía. Porque el Ourense volvió a demostrar sabiduría y volvió a coleccionar saques de esquina que inquietaban. El calor y el minutero azuzaban el partido. El Celta B, ya con Burcio en la distribución, dio un paso hacia delante y obligó al Ourense a replegarse, esta vez sí. Los cambios intentaban refrescar los argumentos de los rivales y ahora ya pesaban los resultados previos: uno se sentía con más garantías de poder arriesgar que otro.

El balón se hizo celeste pero la única ocasión clara fue un balón al palo de Joel desde fuera del área tras una falta. Hasta que el VAR solicitado por el Celta desveló un penalti sobre Óscar Marcos. Hugo González lo lanzó y Álvaro Ratón detuvo no sólo el primer disparo, sino también el rechace.

Fue el inicio de la fiesta del vídeo arbitraje. Se analizó el propio penalti, un fuera de juego del Ourense que dejó en nada un gol posterior, una tarjeta amarilla a Burcio que se pidió como roja y se concedió y una posible segunda amarilla al visitante Carmona. Todo en un descuento que empezó siendo de 10 minutos y acabó de 13 con el filial sufriendo.