El Bolonia, un equipo bien armado

Todo el peligro por la banda derecha. Y mucho. El Bolonia, quinto clasificado en la Serie A (a dos puntos de las posiciones que dan billete para la Liga de Campeones), en cuartos de final de la Copa Italia y con un papel más que aceptable en la Europa League (dos triunfos, dos empates y una derrota, 8 puntos, uno menos que el Celta), pactó tablas en su visita a Roma para medirse al Lazio. Lo hizo con muchas dudas atrás -y no precisamente por cuestiones de portería-, pero demostrando capacidad de reacción cuando el marcador se les puso cuesta arriba a los pupilos de Vincenzo Italiano, su técnico.

El Bolonia igualó ante un rival, como el Celta, de casaca celeste y calzón blanco, colores del equipo capitolino. Fue un choque en el que la presión del contrincante complicó mucho la salida del balón por parte de los centrales boloñeses. Tanto que las primeras oportunidades locales fueron a raíz de esos robos. Sí, fueron rocosos a la hora de tapar ataques, pero la debilidad del italiano Nicoló Casale, que no es de los titulares, y del noruego Torbjorn Heggem en la salida del cuero obligó a dos excelentes paradas de Ravaglia, a disparos de Taty Castellanos e Isaksen en los minutos 13 y 15. Ravaglia lleva cinco titularidades en fila desde la lesión del polaco Lukasz Skorupski y todas, salvo el 1-3 ante el Cremonese, con altas prestaciones.

Desde luego que se ofreció un duelo con dos porteros muy entonados. El local Ivan Provedel estuvo bien, pero el meta visitante se mostró felino. El Bolonia avisó a los 47 segundos, con un chut raso de Orsolini, su capitán. Precisamente fue una de las señas de identidad del equipo ‘rossoblú’: balón próximo al área del Lazio, disparo a gol.

Además de Orsolini, en el primer tiempo probó el disparo el danés Jens Odgaard (minutos 14 y 30), el argentino Santiago Castro cabeceó un buen centro pero alto (minuto 22) y el italiano Pobega se inventó un disparo seco desde la frontal (minuto 33) que obligó a una manopla fantástica del arquero romano para atajar el peligro en dos tiempos.

Eso, y el maravilloso duelo de Orsolini contra Nuno Tavares (vaya desastre de partido del carrilero izquierdo portugués), lo más vistoso del primer tiempo. Sin embargo, se adelantó el equipo anfitrión. Lograron ganar la espalda del español Juan Miranda por el carril derecho del ataque, un centro perfecto de Marusic llegó en el segundo palo a las botas de Zacaggni, que chutaba, Ravaglia sacaba una mano salvadora pero Isaksen aprovechaba el rechace ante tres zagueros visitantes clavados como estatuas.

Pensarán que con un 1-0 y en el ‘calcio’, estaba todo hecho. Pues no. El Bolonia tiene pegada. Nadir Zortea se fue al ataque desde su lateral derecho, le hizo un caño sublime a Tavares y en la diagonal colocó un disparo que repelió el portero transalpino en primera instancia. Pero Odgaard, en boca de gol (sí, estilo el ‘Panda’, dispuesto a cazar cualquier balón, pero en modo zurdo), aprovechó el balón suelto para igualar.

Tras el empate, el Bolonia, que es el equipo de la Serie A que más goles marca entre los minutos 30 y 45 de partido, tuvo el 1-2, con un buen centro que Miranda recibió y, ante la salida del portero, le colgó el esférico, sacado en última instancia por la zaga romana.

En la segunda mitad, las mejores ocasiones serían locales (disparo de Guendouzi en el 62, testarazo de Cancellieri en el 63 y cabezazo de Noslin en el 74), pero el marcador ya no se movería. Ni con uno menos (Gila recibió amarilla, pero acabó con roja por protestas tras una fea entrada a Santi Castro).

Tras el Celta, a los de Italiano les toca recibir a la Juventus el domingo. Vistas las variantes atrás (Zortea y el sueco Holm se alternan en el lateral derecho; el colombiano Jhon Lucumí es de los pretorianos del técnico en el centro de la zaga), en Balaídos habrá variaciones sobre el once dominical. Al fin y al cabo, el Bolonia tiene mimbres.