La afición céltica festeja el primer fichaje

Borja Iglesias se presentó ayer en A Madroa a bordo de un Seat Panda y con una emotiva sorpresa familiar delante de medio millar de celtistas

Publicado: 23 jul 2024 - 08:12 Actualizado: 23 jul 2024 - 16:48

El delantero Borja Iglesias fue presentado ayer en A Madroa, donde se reencontró con la afición céltica, a la que firmó autógrafos.
El delantero Borja Iglesias fue presentado ayer en A Madroa, donde se reencontró con la afición céltica, a la que firmó autógrafos.

Ya se sabe que las razones del corazón, la razón no las entiende. Y hubo unas cuantas en la historia del regreso de Borja Iglesias al Celta. Pero ayer, en su presentación en A Madroa, la más grande de todas ellas emergió por el túnel de vestuarios ayudada por dos bastones. La sonrisa era ancha y aunque no había lluvia en el cielo, iba a encontrarse con él. La abuela Teresa se fundió en un abrazo con su nieto durante un buen rato, que fue un instante para ellos.

“Estou moi feliz”, repetía una y otra vez el delantero compostelano. Poco más pudo decir en ese momento, mientras abrazaba con contención, la misma que se esforzaba en desarrollar para evitar unas lágrimas inevitables. “Nunca tantas fotos me fixeron”, dijo Teresa, encantada de volver a ver a su Borjiña de celeste. La emoción y el calor se entremezclaban en un ambiente único, que la abuela de Borja -ayer la abuela de todos- rompió con naturalidad. “Moito xogaba con el no corredor da casa e vaia balonazos que me daba nas pernas”, expresó ante la caracajada unánime del medio millar de aficionados presentes.

Fue el cénit de un acto que tuvo de todo y que terminó en un baño de celtismo. El viejo delantero centro del Celta B, ahora como nuevo delantero centro del Celta, estuvo casi una hora atendiendo a todo aquel que se lo requirió. Una firma aquí, una foto allí. Con una sonrisa omnipresente. La abrasadora temperatura que azotó ayer Vigo parecía de invierno en comparación con tanta calidez. Porque si en algún momento hubo desencuentro con el celtismo, se quedó en algún lugar del pasado. Ayer no estaba en el maletero del Panda.

El cariñoso abrazo que el delantero centro del Celta ofreció a su abuela, que apareció por sorpresa en la presentación de su nieto, fue el momento cumbre del acto de ayer en A Madroa.
El cariñoso abrazo que el delantero centro del Celta ofreció a su abuela, que apareció por sorpresa en la presentación de su nieto, fue el momento cumbre del acto de ayer en A Madroa.

Porque sí, Borja Iglesias hizo honor a su apodo y entró en el césped al volante de su Seat Panda. Celeste, claro. “Foi idea de Isco. Comentoumo un día e mira, atopei este en Lugo”, dijo al poco de bajar del vehículo. La presentación acababa de comenzar.

“Non me daba chegado o día”, confesaba el ariete compostelano, que agradeció a todo el mundo que hizo posible su vuelta, personalizando en “Claudio, Iago y Kevin”, en referencia al técnico y a los capitanes del Celta. “Non lles facía moita falla convencerme porque xa o estaba, pero tentárono con todo”, explicó Iglesias.

La sensación al verlo de celeste es que el tiempo no había pasado. O, como mucho, el de cuando vas al baño y dejas la película pausada. Siete años no son nada y Borja reanuda su historia donde la dejó. Más maduro, más sereno, más experto. Mejor. “Cando cheguei, tiven a sensación de que nunca marchei”, confirmó allí donde tantas veces se ató las botas y donde dejó el corazón, al menos una parte de él, que ayer terminó de teñir de celeste el abrazo de la abuela Teresa.

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