Viajar no es moverse de lugar

Viajar no es moverse en el espacio, ir o venir de un lugar a otro. 

Viajar es un ejercicio de expansión interior que en ocasiones puede trascender al tiempo. 

Tal vez se albergue el deseo de romper con lo conocido, con lo cómodo, y lanzarse al misterio del mundo.  Sin embargo, viajar no es una búsqueda sino un encuentro.  Ese encuentro es mucho más que acumular datos o lugares en una lista. 

En cada paso hacia ese “espacio” desconocido hay una pregunta: ¿quién soy yo más allá de mis rutinas, mis certezas, mi entorno? 

Es crecer con lo externo. Es mirar a los ojos de otros mundos, sus culturas, paisajes, silencios y dejar que nos hablen, nos asombren, nos seduzcan y tal vez nos inquieten. Es aquello que trascienden los sentidos y los sentimientos para hacerse con un espacio en el alma. 

Será un diálogo silencioso con lo nuevo, que desmorona prejuicios y del que nace una comprensión más amplia, más humana.

Al fin llega el compartir… compartir es devolver lo recibido, lo que en ese viaje has aprendido. 

Compartir es el mayor acto de generosidad y en consecuencia de humildad; es aceptar que somos parte de algo más grande: una historia llena de historias, encuentros y recuerdos que se entrelazan. Lo de otros y lo propio.

Viajar, conocer y compartir no son actos aislados. Son tres formas de una misma búsqueda: la de ser más conscientes, más abiertos, más plenos; en definitiva más libres.”

Adolfo Blanco.