Cartas al director

La humanidad de Dios

Jesucristo es Dios y es hombre. Dios porque es Hijo de Dios, y hombre porque también es hijo de la Virgen María.Es una sola Persona, pero en Él hay dos naturalezas, la divina y la humana-compuesta de cuerpo y alma-.

Dios se hizo hombre para que el hombre se haga Dios, con su pertinente dignidad.Tomó nuestra naturaleza humana y aprendió sufriendo a obedecer( Carta a los hebreos). 
Jesús asume nuestra humanidad y, como Hijo de Dios, se hace maestro y modelo supremo de conducta para los cristianos.Mirando a Cristo hecho hombre, lo vemos como revelación del Padre y también como revelación del hombre, es decir, somos hijos de Dios.Sin Cristo no podemos conocer ni a Dios ni al hombre, el hombre sin fe no puede conocer el verdadero bien ni la justicia,dice Pascal.En consecuencia, el Evangelio es donde encontramos el programa de vida de todo hombre. Quien no cree  en Dios ni siente su Presencia, al menos, es difícil, que tenga una vida moral ordenada.La no creencia en el concepto de “pecado” hace imposible discernir entre el bien y el mal.En realidad, en su autosuficiencia  a muchos ni les interesa, porque entre otras cosas, no creen en la vida eterna.

La gran diferencia entre las religiones está en que todas buscan un dios, menos la cristiana, en la que es Dios quien busca al hombre.Dios viene a nosotros a través de la Encarnación.

El Dios de temor del Antiguo Testamento se presenta como Dios de amor en Belén; Cristo en la figura de un indefenso y pobre bebé vino a enseñarnos el camino que lleva a Dios, a la Verdad.

Dios es Amor.El amor es lo real.Lo real es fruto del amor.Lo demás es vacuidad.Porque Dios es Amor, es la fuente de toda realidad. El amor no es un sentimiento, es una vivencia.Los sentimientos son fluctuantes.Si no fuera por el don de la fe, no comprenderíamos nunca el misterio del amor de Dios. Los cristianos percibimos la grandeza del amor de Cristo cuando lo vemos clavado en la cruz, traspasado por nuestros pecados e infidelidades. La muerte de un ser querido nos acerca a este misterio en el que comprendemos que amar es sufrir.

Cristo, siendo inocente, guiado por su Espíritu de amor, sufre y se ofrece para restablecer la justicia, para redimirnos.El Padre nos ama y nos envía al Hijo para que dé su vida por nosotros.La recompensa es la resurrección para Él y para los que creen en Él.Su muerte es el cumplimiento de una misión que le encomendó el Padre y por voluntad del Padre cumple su misión.La cruz es el lugar de la revelación del amor incondicional de Dios:”Cuando yo sea elevado,atraeré a todos hacia mí”.