La inicua ley del aborto

El BOE acaba de publicar la reforma de la ley del aborto que permite matar libremente y con toda clase de facilidades a los nasciturus durante las primeras catorce semanas de gestación.

La nueva ley suprime el período de reflexión de tres días, tiempo que hasta ahora debía esperar la mujer antes de ratificar su intención de abortar y permite hacerlo a las jóvenes de dieciséis años en adelante sin necesidad de contar con el consentimiento paterno.

Si la salud moral de una sociedad se mide, ante todo, por su actitud ante los más débiles, podemos decir que estamos en una sociedad enferma y depravada. Miles de niños no nacidos son asesinados en España con los parabienes de políticos y magistrados, que pretenden que esta genocida práctica se garantice en la sanidad pública, como si matar a una persona inocente, mientras sea de forma aséptica, en un hospital, y democrática, no es un asesinato sino un derecho.

La ley del aborto demuestra que una democracia sin valores, donde se viola el principal de los derechos humanos, el derecho a la vida, se convierte fácilmente en un totalitarismo encubierto, donde se extermina a los seres más débiles. El derecho a la vida es anterior al Estado y a cualquier constitución y no depende de opiniones humanas. Existe un límite moral anterior y superior a cualquier sistema político, que no permite decidir quién debe nacer o no dependiendo del voto de la mayoría, de unos políticos o de unos magistrados.

El Ministerio de Igualdad que promociona el aborto es un organismo machista, pues es una ley que incita a la violencia contra la mujer, negándoles ayudas para llevar su embarazo a término e incitándolas a dar muerte a sus hijos, y es discriminatorio, pues pretende por todos los medios exterminar a los seres más débiles, los nasciturus.