Una viguesa, al frente de los premios escolares más prestigiosos

La catedrática viguesa de la UDC Amparo Alonso.
photo_camera La catedrática viguesa de la UDC Amparo Alonso.
El Premio Stephen Hawking evalúa proyectos investigadores de bachillerato de institutos de toda Galicia

El Premio Stephen Hawking, uno de los galardones a nivel escolar más prestigiosos a nivel gallego y que organiza el IES Rosalía de Castro de Santiago, tiene este año a la catedrática viguesa Amparo Alonso al frente. Ella no sólo coordinará la organización de este premio que evaluará proyectos investigadores de bachillerato de institutos de toda Galicia de los últimos tres cursos escolares, sino que su figura y su contribución al campo de la inteligencia artificial (dirige desde el año 1990 el Grupo de Laboratorio de I+D en Inteligencia Artificial de la Universidad de A Coruña) son uno de los ejes sobre los que han de girar los trabajos que se presenten. 

“Ha sido una sorpresa muy agradable y todo un honor”, confiesa Amparo a este periódico poco después de recibir la noticia, “no hay más que ver la lista de personas que lo han sido antes que yo, muy relevantes a nivel nacional e internacional”.

Para la catedrática viguesa de la UDC es importante que se fomenten las vocaciones científicas en estas edades “porque muchas veces te sorprende el talento que tienen estos chicos y chicas, y en países como el nuestro las vocaciones STEM (anagrama en inglés de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas) no están precisamente creciendo y no son todo lo abundantes que necesitaríamos”. Así, un premio como este “es una forma de encontrar y premiar talento y animar a los alumnos para que intenten desarrollar sus carreras laborales en disciplinas que a priori les resultan duras y difíciles”.

Alonso encuentra difícil de explicar la falta de éxito de las titulaciones científicas, sobre todo porque “la demanda de empleo es muy alta y hay puestos de trabajo que no se cubren”, pero apunta a que “puede ser que falta un poco de cultura de esfuerzo, hemos pasado del extremo de que ‘la letra con sangre entra’ a ‘aprender con alegría y divirtiéndose’, y aunque esto último es cierto, aprender implica un esfuerzo que hay que realizar”.

La catedrática viguesa espera de esta experiencia “algo muy positivo para todos porque los chicos están muy motivados para hacer estos proyectos y seguro que me van a sorprender con mucha imaginación y cosas profundas para su edad”. Añade que sería necesario hacer más hincapié en este tipo de actividades extracurriculares, “que ellos mismos puedan motivarse con algo que les genera interés”.

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