Vigo renueva su multitudinaria devoción al Cristo

Faltaba más de media hora para que el Cristo da Victoria saliese por la puerta de la Concatedral y los accesos a los aledaños del templo ya estaban colapsados. Miles de fieles acudieron a la cita con el Cristo da Victoria el primer domingo de agosto. Parte esperaron en O Berbés para incorporarse al paso de la procesión, otros avanzaron a ritmo más ágil delante de la imagen. Con el tañer de campana se asomó el carro con la talla, lento y con tino llegó al atrio, donde fue recibido por el aplauso de los fieles. Dirigidos por el Hermano Carrero, Carlos Borrás, diecinueve costaleros, tres debajo y dieciséis por fuera, movieron un paso de unos 1.500 kilos.

En la puerta le esperaban los militares de la Brilat para custodiarlo. Delante, procesionaron los representantes civiles encabezados por la edil más joven de la corporación, Ana Laura Iglesias, llevando el pendón municipal. Junto al presidente de la Diputación, Luis López, marchaba el concejal Ángel Rivas. La teniente de alcalde, Elena Espinosa sustituyó al alcalde, Abel Caballero que por problemas de garganta cumplió con la cita por la mañana. Concejales y senadores socialistas y populares completaron la representación política. El pregonero, Manuel Orío, acompañó a la directiva de la Cofradía, con Marora Martín-Caloto al frente y Ricardo Troncoso como abanderado. El comisario Ramiro Gómez portó el estandarte del Cristo, auxiliado por dos compañeros de la Comisaría de la Policía Nacional de Vigo-Redondela que llevaron los cordones.

En O Berbés se sumaron a la comitiva y tras la cruz procesional y los monaguillos, integrantes de 25 asociaciones con sus pendones correspondientes, entre otros, la Cooperativa de Armadores, parroquias como Candeán, San Roque, Coruxo o Zamáns. También desfilaron damas con mantilla, integrantes de la Hermandad del Rocío con sus trajes de gala o la Orden dos Cabaleiros de Vigo con sus capas. Portaron las cestos con flores para el Cristo mujeres ataviadas con traje gallego de la Asociación de Centros Deportivos e Culturais. Las encabezaban otras con vestimenta inspirada en las danzas blancas, diseñada por Carmen Corredera, con sombreros galardonados por flores y cintas. Fueron las encargadas de bailarle un fandango muradán al Cristo en la despedida.

Tras superar la procesión el primer reto, pasar por la Rúa Real, donde los vecinos asomados a los balcones quedaban a la altura de la imagen, sonaron los salvas marineros al llegar a la Praza do Ratos y continuó la marcha por Cánovas del Castillo y Montero Ríos. Ascendió por Colón para enfrentarse a otro reto, la subida a la Praza da Farola para continuar por Príncipe.

Ya anocheciendo, la procesión llegó a Porta do Sol, donde le esperaba el tapiz floral, realizado por la mañana por 28 alfombristas de Ponteareas. Allí se realizó la ofrenda, el baile, las corales interpretaron temas religiosos y el momento cumbre llegó con el canto de hinmo por parte de los devotos.

Por primera vez, monseñor Antonio Valín, en calidad de obispo de Tui-Vigo, le dedicó una palabras al Cristo da Victoria, en donde proclamó que “Él es nuestra esperanza, sin ella todo corre el riesgo de desmoronarse y acabar en cenizas. Como dice el Papa, la esperanza no emana de nosotros, es un don que viene directo de Dios”. Valín le pidió a la imagen de la Concatedral no perder nunca esa esperanza. Haciendo alusión a su nombramiento el 20 del pasado mes, renovó su invitación a soñar hecha entonces: “No queremos dejar de hacerlo, queremos seguir creyendo que contigo, lo imposible se hace realidad y que Tú Santísimo Cristo da Victoria, con tu muerte y resurrección haces nuevas las cosas”.